El polémico periodista Aldo Mariátegui acaba de publicar su libro El octavo ensayo, que es un manifiesto de su odio visceral a la izquierda. En las 163 páginas se hace una suerte de repaso histórico crítico del accionar izquierdista. Y a continuación hacemos un repaso por el pensamiento Mariátegui.
Usted le echa la culpa de casi todo a la izquierda. ¿No es igual de maniqueo que cuando se le echa la culpa de todo al capitalismo?
La izquierda tiene gran culpa de los problemas que tenemos ahora y ha pasado muy desapercibida, y alguien tenía que decirlo. He escrito el libro, primero, para que sea un manual para las personas que no tengan la menor idea acerca de la izquierda en el Perú. También es una suerte de revancha personal, porque la izquierda ha sido una desgracia para el país. Generó, por irresponsable y complicidad pasiva que tuvo con el terrorismo, el mayor derramamiento de sangre de la historia del Perú.
¿Diría que la izquierda debería desaparecer?
Sí. Debería extinguirse. Este libro es una advertencia para la gente joven, pues hay mucho desconocimiento de lo que fue la izquierda, que más bien te da un romanticismo tremendo, identidad, pose, es hasta una moda; a esa edad en que uno no tiene muy definida la vida, te hace sentir que estás trabajando por los demás y te puede conducir a caminos espantosos. Estoy tratando de vacunar a las próximas generaciones, que lean esto y se la piensen dos veces antes de meterse a hacer barbaridades.
¿Y qué es lo bueno de la izquierda?
Respeto mucho a la izquierda europea, por ejemplo. Han sido partidos que han modernizado sociedades. Helmut Schmidt, quien murió hace poco, era un genio. Creo que es el mejor canciller alemán de la posguerra. El liberalismo, como le dicen a la izquierda en EE.UU., también hizo cosas interesantes en los años sesenta.
¿No cree que la derecha ha sido igual de decadente y mediocre?
Seguramente. Pero, para atacar a la derecha, hay un montón de gente y en buena hora que lo hagan.
¿Y cómo se define usted políticamente?
Un liberal. Si a eso llaman derecha, soy de derecha. No tengo ningún miedo, como esos acomplejados que dicen “centroderecha”. Soy de derecha, no pasa nada.
¿Y, como hombre de derecha, qué mea culpa haría?
Lo que quiero decir es que no hay una derecha en el Perú. No ha habido liberalismo puro en el Perú. El primer gobierno de Prado hubiera sido la delicia de Humberto Campodónico: hubo superintendencia y control de precios, impuestos a las sobreganancias, política industrial dirigida, se direccionaron las importaciones y exportaciones. La política de Manuel Prado fue muy parecida a la de los Kirchner. Lo mismo pasó con los primeros tres años de Bustamante y Rivero, quien no tuvo una política económica de derecha. Belaunde, el primer gobierno, ha sido un desarrollista típico, congeló el dólar, disparó el gasto público, intervino en la economía.
Pero la izquierda tampoco ha llegado al máximo poder de manera consistente. El que más lejos llegó es Humala, quien, más bien, utilizó un discurso…
Humala fue un chofer de combi a la que se subieron pensando que los iba a llevar a la izquierda.
Y después no hay ningún líder de izquierda, tal cual, que haya llegado a la presidencia del Perú.
Velasco.
Pero llegó como una dictadura.
Pero era un izquierdista convencido. El primer Alan es un hombre de izquierda.
Pero es el Apra.
El Apra es como el peronismo: oscila.
Precisamente, no es un pensamiento genuino de izquierda.
El Apra, en el primer gobierno de Alan, es bien de izquierda, porque no solo mantiene el modelo económico de Velasco, sino pretende estatizar la banca, pone leyes laborales muy rígidas, interviene el dólar. Fue un gobierno muy de izquierda.
¿Qué hubiera pasado si Alfonso Barrantes era presidente?
Uff, hubiera sido un desastre. Qué miedo, peor que Allende.
¿Peor que Alan?
(Risas). No sé si pueda haber algo peor que Alan en el primero gobierno, es jodido. Es una pregunta bien complicada, porque el ‘aprocalipsis’ es bien difícil de superar.
Susana Villarán, después de Barrantes, es lo más lejos que ha llegado realmente la izquierda. ¿Ella tiene futuro?
Villarán enterró a la izquierda. Ha sido la mejor aliada de la derecha. Yo me moría de miedo, pues dije: ‘Si esta hace un buen gobierno municipal, hoy la izquierda tendría una chance bien fuerte’. La izquierda desperdició el regalo más grande que pudo tener. Villarán los hundió.
¿Criticar a la izquierda por los errores de Villarán no es lo mismo que criticar a la derecha por los errores de Castañeda?
La izquierda es un grupo que tiene un corpus ideológico muy definido. En la derecha no, pues tienes aventureros, gente por aquí, por allá, caudillos, es distinto.
¿La izquierda es doble moral?
Tremendamente. Es el peor de todos. Tienen un doble rasero impresionante. Con las metidas de pata e inmoralidades de la izquierda, no pasa nada. Uno de derecha, del Apra, fujimorista hace algo, y lo crucifican, lo destrozan.
¿No cree que es necesario cambiar el mundo?
Sí, pero, para cambiar el mundo, no quemas la casa. Además, ¿cuándo ha cambiado más el mundo desde la aparición del capitalismo, hace 200 años?
Pero aún hablamos de enormes brechas sociales, desigualdad, injusticias, pobreza…
Ahora hay menos pobres que nunca en el mundo. Con el desarrollo capitalista del Perú, estamos mucho mejor que hace 20, 30 años. El capitalismo ha levantado el nivel de vida del planeta tremendamente.
¿La caída del kirchnerismo es la bisagra para el cambio de rumbo político en Latinoamérica?
Hay un cambio de aire fuerte. Puede ser el campanazo. Ahora, hay regímenes que todavía tienen para un tiempo más, como Evo Morales en Bolivia.
Evo está dejando bien parada a la izquierda.
Evo Morales ha hecho cantidad de cosas igualitas a las de Fujimori con la prensa, con el Poder Judicial, con el Senado, con el Tribunal Constitucional. Ha hecho lo que le ha dado la gana y nadie lo condena. Es un Fujimorito. Pero, como es de izquierda, no lo critican. De Evo hay que reconocer que sabe hacer política. Tiene muñeca, es muy hábil. Aparte, ha tenido la suerte de encontrar el boom del gas.
En su libro, usted deja entrever que, si su abuelo José Carlos Mariátegui hubiera vivido más años, habría reconfigurado su pensamiento.
Él estaba muy peleado con los moscovitas. No era leninista. Creía que el poder se toma convenciendo a la gente, con el sentido común y no con la toma violenta. Entonces, tuvo una serie de discrepancias. Además, no sé cómo le hubiera impactado el pacto nazi-soviético antes de la Segunda Guerra Mundial. De repente las revelaciones de los crímenes de Stalin hubieran influido…
¿Qué cree que su abuelo pensaría de usted?
Le daría bastante curiosidad. Era muy abierto. Decía que prefería a la gente que, aunque sea de derecha, fuese consecuente, antes que una malagua, por más que sea de izquierda. Hablaba muy bien de Unamuno, por ejemplo. Le gustaba la consecuencia, que tengan una línea fija y que sean francos. Era bastante ecléctico en sus amistades.
¿Usted también prefiere la consecuencia, así sea de izquierda?
Yo he conocido a Barrantes (y no a Hugo Blanco, como se dijo en una entrevista en otro medio). Era un hombre humilde, que se notaba que no había medrado nada del poder. Se podía conversar con él, escuchaba. Lo encontré en Madrid, estaba bastante molesto con Diez Canseco, con la izquierda en general, amargado de lo que había vivido acá. Lo noté quemado. Es que la izquierda es una olla de grillos.
La política en general es así.
Sí, pero yo creo que en la izquierda ha sido más duro. Las purgas en el Partido Comunista eran terribles. Por eso reventaban en tantos partiditos.
¿No cree que su actitud devalúa su pensamiento?
Hay gente que me aconseja moderación, pero, en el mundo de hoy en día, mientras más francote y más directo seas, más se te aprecia.
Pero usted también ha sido ‘faltoso’.
Sí, y lo reconozco y he ofrecido disculpas, pero creo que eso funciona. A mí me gustó mucho el periodismo argentino y español, y que lo marcó Hildebrandt y Tafur. No me gusta el periodismo muerto que hay en Colombia y Chile, que te quedas dormido.
¿Y por quién va a votar?
Como periodista, nunca digo por quién voy a votar. Lo que sí aviso es por quién no voy a votar: por la izquierda evidentemente, porque esta chiquita Verónika Mendoza sería un apocalipsis. Ella está bien para presidenta del centro federado, pero no del Perú. No votaría por Acuña, me da miedo. Con PPK, Alan García, Keiko no va a pasar nada. Será más o menos lo que estamos viviendo ahora.
¿Que gane Keiko o Alan no sería un retroceso?
Keiko va a estar recontramarcada. No va a poder excederse. No va a regresar Montesinos. Y a García ya lo conocemos. Pero, si entra Acuña, ya no lo sacas. Me da miedo. Va a tejer estas redes clientelares, va a replicar el modelo de su universidad a nivel nacional. Habrá una informalización de la política extrema, todo el mundo comprado. Con Acuña sería como montar una especie de PRI mexicano.
¿Y la izquierda tiene futuro?
Ojalá no lo tenga.
Porque hay gente joven como Mendoza, Marisa Glave, Tejada…
Es una enfermedad crónica, repetitiva. Es como un alien que se le mete a la cabeza y no entienden cosas elementales de economía.
Mendoza y Glave se pueden perfilar políticamente.
Lamentablemente, sí, pero son envases bonitos, porque son simpáticas las dos, a pesar de que no les gusta que les digan que son bonitas, se molestan, tienen el complejo de Santa Rosa, me dicen sexista y falocéntrico. Pero por fuera son jóvenes y por dentro están anquilosadas completamente. Están en los años setenta. No sé qué tanto va a caminar eso. Como pongo en el libro, ellos tienen que matar a sus padres y no se atreven. El día en que uno de ellos salga y diga ‘sí pues, Javier Diez Canseco fue un desastre’, o ‘Venezuela es una dictadura’, uff, ahí sí tiemblo. El día en que empiecen a matar a sus mitos y actuar como gente del siglo XXI, van a tener una proyección interesante. Serán un problema para la derecha cuando esta gente empiece a actuar independientemente y no cargue el lastre que viene de atrás. Afortunadamente, todavía no se atreven.
AUTOFICHA
■ “Tengo casi 51 años. Estudié Derecho en la U. Católica, pretendí estudiar Ciencias Políticas, pero no saqué el doctorado por no entregar la tesis en la Universidad Complutense, y soy máster en Periodismo por el diario El País y la Universidad Autónoma de Madrid”.
■ “Mi padre se llamó Sigfrido, un nombre feo y curioso que le puso mi abuelo José Carlos Mariátegui en honor a Richard Wagner. Mi padre fue el segundo hijo de José Carlos. Ni él ni Sandro, el mayor, fueron políticamente de izquierda”.
■ “Los que sí estuvieron pegados a la izquierda fueron los otros dos menores: José Carlos y Javier. Este último un caviar, pero muy inteligente. Mi abuelo tuvo también una hija. No he tenido problemas con mi familia por lo que pienso y escribo. Tengo una buena relación”.
Por: Mijail Palacios Yábar (mpalacios@peru21.com)
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