No obstante los reclamos, el presidente Trump ha sumado a su país a la mínima lista de aquellos que no participan en el Acuerdo de París. Este acuerdo limita de forma voluntaria (no hay sanción si no se cumplen las metas autoasignadas) las emisiones de gases de efecto invernadero, GEI, a las que su predecesor, Barack Obama, comprometió a los EE.UU.
Siria y Nicaragua (amigos del Sr. Maduro) acompañan a Trump en aquella lista. Hay cosas que están mal. Pienso que las imposiciones para limitar las emisiones de GEI a partir de subsidios tienen patas cortas. Llega un momento en que las cuentas son tan altas que hay que terminar esperando a que las energías alternativas se abaraten (de día y también de noche: ojo plantas solares). En Perú, por ejemplo, los ciudadanos pagamos cientos de millones de dólares al año para subsidiar generadores de energía que no necesitamos (el problema de seguir la moda sin criterios).
Pero la mayoría de cosas están bien: la revolución de los vehículos eléctricos, las nuevas tecnologías de energías renovables y el electorado americano se encargarán de que las acciones del Sr. Trump tengan, como pienso tendrán, un efecto despreciable en la contención de mediano y largo plazo de las emisiones de GEI en las que estamos comprometidos.
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