El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, enfrentará su primera prueba de fuego con las elecciones municipales de mañana domingo, que serán un termómetro del apoyo de los venezolanos a sus drásticas medidas para resolver los problemas económicos.
Aunque se trata de comicios locales, las elecciones para renovar 337 alcaldes y 2,523 concejales también medirán si la oposición mantiene el apoyo cosechado en las presidenciales de abril, que perdió por poco margen frente a Maduro.
Con esas elecciones presidenciales, Venezuela quedó dividida entre los que respaldan al sucesor del fallecido Hugo Chávez y los que creen que el país debería tomar otro rumbo.
Maduro, un exsindicalista de 51 años, retomó el encendido discurso de su antecesor y el intervencionismo del Estado en la economía pero no ha logrado tener la extraordinaria conexión del carismático Chávez con los venezolanos más pobres.
Desde que asumió, Maduro ha tenido que lidiar con una inflación que ya roza el 55% anual, desabastecimiento de productos básicos como harina o papel higiénico, débil crecimiento económico y fallas en los servicios públicos.
Para atacar el alza de precios y la supuesta especulación de la que acusa a empresarios, el presidente ordenó en las últimas semanas bajar los precios en miles de tiendas y puso límites a los costos de los alquileres comerciales.
Maduro acusa a sus rivales de tratar de desestabilizarlo con una “guerra económica”, pero la oposición dice que la situación es resultado de muchos años de malos manejos y que las recientes medidas adoptadas por el Gobierno son populistas e insuficientes.
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