La sonda europea Rosetta detectó una gran cantidad de oxígeno molecular (O2) alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, un hallazgo que pone en jaque los modelos de formación del Sistema Solar y puede afectar al modo cómo se busca la vida en otros planetas, según publicó la revista Nature.
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La sonda Rosetta detectó el gas por primera vez en septiembre de 2014, poco después de ponerse en la órbita del cometa, pero se ha tardado más de un año en divulgar el descubrimiento ante el celo de los científicos por descartar errores en los instrumentos y ofrecer una interpretación sólida del descubrimiento.
Se trata de la primera observación de oxígeno en la ‘cabellera’ de un cometa, compuesta principalmente de vapor de agua, monóxido y dióxido de carbono.
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“Fue muy sorprendente”, dijo André Bieler, investigador de la Universidad de Michigan y autor del estudio. “No esperábamos para nada hallar oxígeno”.
A pesar de que ya había sido detectado en otros cuerpos celestes que contienen hielo —como por ejemplo las lunas de Júpiter y Saturno—, hasta el momento se desconocía la presencia de oxígeno en un cometa, aunque ahora se presume que puede ser algo común.
Las medidas efectuadas revelan una cantidad de O2 del 3.8 % con relación a la cantidad de agua (H2O) presente. El análisis de esa proporción pone de manifiesto que el oxígeno y el agua presentes en el cometa tienen el mismo origen.
Ello sugiere que el O2, presente en la nube molecular de donde proviene el Sistema Solar, se habría incorporado al núcleo del cometa durante la formación del cuerpo celeste.
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