El monseñor Nunzio Scarano, exempleado de la administración financiera del Vaticano y arrestado en junio por tratar de introducir en Italia 20 millones de euros procedentes de Suiza en un jet privado, fue acusado hoy nuevamente de lavado de dinero y se le impuso arresto domiciliario.
Las nuevas acusaciones implican además a otro clérigo que ya se encuentra detenido en su domicilio y a un notario que fue suspendido de su profesión en relación con el nuevo caso.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, destacó la colaboración de la Iglesia católica con las autoridades italianas y señaló que las cuentas de Scarano en el Banco Vaticano fueron congeladas en julio del año pasado.
Se sospecha que el monseñor hizo transacciones con fondos del grupo D’Amico, una compañía de su ciudad natal Salerno, en el sur de Italia, y que movió dinero entre cuentas en entidades de paraísos fiscales y cuentas del Banco Vaticano.
Las autoridades comenzaron a investigarlo al detectar que extrajo más de 500.000 euros (676.000 dólares) el año pasado del Instituto para las Obras de Religión, del Banco Vaticano, y que repartió la suma entre familiares y amigos.
Los investigadores a cargo indicaron que la suma fue repartida en montos de 10.000 euros y que, a cambio, Scarano hacía firmar cheques de donativos para la Iglesia católica.
“El monseñor 500”, como se lo conoce desde que estalló el escándalo, está acusado además de colaborar con la familia D’Amico en la evasión fiscal, entre otros.
Su abogado, Silverio Sica, dijo que el acusado se encuentra deprimido y que presenta tendencias suicidas.
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