Un álbum de cromos que exalta al fallecido narcotraficante Pablo Escobar comenzó a venderse con éxito en las barriadas más pobres de Medellín, ciudad que este capo de la mafia dominó hasta caer abatido por la Policía en 1993.
El coleccionable, de 16 páginas, invita a juntar los cromos, o monas como se les dice en Colombia, de Escobar y otros narcotraficantes y sicarios como Gonzalo Rodríguez Gacha (alias ‘El mexicano’) o John Jairo Vásquez (alias ‘Popeye’).
Pero solo se consigue, desde el fin de semana pasado, en pequeñas tiendas de las zonas más deprimidas de Medellín, como la comuna Santo Domingo. También lo ofrecen vendedores ambulantes cerca de los colegios. El sobre con cuatro pequeñas láminas a color tiene un precio de 100 pesos y el álbum vale 200 pesos.
El cuadernillo promete a quien lo complete diversos premios, como un MP3, memorias USB, un Ipod o balones, entre otros, pero no indica dónde reclamarlos ni muestra ningún registro de la empresa que lo edita.
El furor que ha causado el álbum mantiene en el desconcierto a las autoridades locales. El secretario de gobierno encargado de Medellín, Sergio Zuluaga, dijo que el material sería decomisado porque evoca “ilícitos que no deben estar en el imaginario de nuestros jóvenes”.
Sin embargo, horas más tarde la Alcaldía aseguraba que esas declaraciones fueron hechas a título personal y que la institución no tiene una posición oficial sobre el tema.
El éxito de este álbum acompaña la transmisión de la teleserie Pablo Escobar, el patrón del mal, emitida por la cadena Caracol. Varias de las imágenes de la serie fueron así retomadas en los cromos junto con las fotos originales del narcotraficante.
Abatido por la Policía cuando escapaba por los techos de las casas de Medellín, la figura de Escobar no ha dejado de estar presente en esta ciudad en las últimas dos décadas.
Era admirado por muchos debido a que les daba plata en efectivo a los habitantes y les construyó casas. Esas personas fueron durante largos años sus “ojos y oídos” contra la persecución policial.
Su tumba es visitada por personas que lo consideran como un benefactor de los más humildes. Diversos afiches con su foto se muestran en casas de las barriadas más pobres, y la que fue su Hacienda Nápoles acoge a miles de turistas. Incluso, su controversial imagen inspiró un óleo del pintor y escultor Fernando Botero.
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