Por Daniel Santoro *
La condena de hoy a Carlos Menem a 7 años de prisión revela que no existe impunidad política para siempre. Menem fue el hombre más poderoso de la Argentina entre 1989 y 1999. Además del Gobierno, controló las dos cámaras del Congreso y a la “mayoría automática” de la Corte Suprema.
Durante su gobierno y unos años después de 1999 logró “lavar” la causa de las armas de los delitos más graves como asociación ilícita. Se sacó de encima al fiscal Carlos Stornelli –el motor de la investigación judicial original– y logró el cajoneo del expediente.
Sin embargo, tanto poder no le bastó para tener impunidad para siempre. Cuando este año la causa llegó a la Cámara Nacional de Casación Penal se decidió condenarlo y ahora el Tribunal Oral en lo Penal Económico N°3 le fijó la pena.
El fallo muestra que, tarde o temprano, los resortes de la democracia funcionan. Aunque en la Argentina haya 750 causas por corrupción política sin condena, el fallo de hoy abre un camino para los delitos de “cuello blanco” que le han robado al Estado, desde 1983, hasta ahora unos 10 mil millones de dólares. Y es un mensaje en el sentido de que ni siquiera los expresidentes tienen comprada la impunidad para siempre.
Podrán presionar mientras conserven algo de poder político y plata, pero el poder es efímero. Es saludable que en estos tiempos políticos que corren haya habido una señal clara de que todos somos iguales ante ley.
*Periodista argentino que destapó el tráfico de armas de Menem
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