Gritos, desmayos y una estampida humana provocó un lavador de carros que fue dado por muerto y que decidió aclarar que estaba vivo acudiendo al funeral, que se realizaba en la casa de su madre, en la ciudad brasileña de Alagoinhas, en el estado de Bahía.
Gilberto Araujo pensó que todo era una broma cuando vio a sus parientes y amigos llorando a un cuerpo que no era el de él, pero cuyo rostro era muy parecido.
“Fue un shock. Una chica se desmayó, había gente corriendo. La calle se llenó de bicicletas y autos de personas huyendo”, contó María Menezes, una vendedora presente en el funeral.
José Marcos Araujo identificó el cadáver en la morgue de la ciudad como el cuerpo de su hermano, pues le habían informado que un lavador de carros había sido asesinado a tiros. El inspector policial Roberto Lima anunció después que la identidad del fallecido era Genivaldo Santos Gama.
El hermano justificó su error diciendo que no había visto a Gilberto en cuatro meses.
Tras escuchar los rumores de que lo estaban velando, Araujo llamó a sus parientes para decirles que estaba vivo, pero nadie le contestó el teléfono. Luego se comunicó con un amigo que estaba en el funeral y este pensó que se trataba de un chiste macabro.
“Un colega me dijo que había un ataúd en el yo que estaba muerto. Así que dije: chicos, pero yo estoy vivo, que me pellizquen”, dijo Araujo.
“Estoy muy contenta porque, ¿qué madre que da a un hijo por muerto no se llenaría de alegría de verlo nuevamente vivo?”, manifestó Marina Santana, madre del “difunto”, a la prensa brasileña.
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