“No hay viento favorable para el que no sabe dónde va”, decía Séneca, filósofo romano, refiriéndose a que sin objetivos claros el rumbo es incierto. Ante esta idea surge la pregunta: ¿ya tienes definidos tus objetivos? Todo ejecutivo, preocupado por su desarrollo profesional, debería trazárselos a largo y a corto plazo.
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