Juan José Garrido,La opinión del director
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Esta semana nos enteramos no solo que el ministro Daniel Urresti se encuentra comprendido en una investigación por el asesinato de Hugo Bustíos, acaecido en 1988, sino además que el presidente Ollanta Humala conocía del caso y aún así decidió su incorporación al gabinete.
El caso es muy grave; acá no estamos discutiendo la (a veces) fina línea del conflicto de interés, sino del asesinato de un periodista. El ministro Urresti salió envalentonado a minimizar el caso e incluso se dio el lujo de evadir la realidad de su situación: sostuvo que todo se trata de las declaraciones de un testigo, cuando en realidad son al menos cinco las personas que lo identifican alrededor del caso.
Por increíble que suene, nada menos que el presidente Humala salió en su defensa. “No vemos culpabilidad”, sostuvo el mandatario, para luego añadir que el militar haya “dado la cara”. Otra vez, la realidad le corre a la penosa declaración palaciega: si nos enteramos del caso Urresti no es por la transparencia del involucrado, sino por una denuncia periodística.
Con este ya son al menos cuatro ministros cuestionados, pero nada parece perturbar a la pareja presidencial. La razón sería tan sencilla como un eventual cambio de gabinete alrededor de las fiestas patrias. Hace mucho dejó de ser un secreto que varios ministros dejarían el cargo una vez entregados los tres mega-proyectos.
Lo cierto es que llegamos al término del tercer año de mandato con un gobierno rengo, y por mérito propio. Ya no es solo un problema de liderazgo: la actividad económica languidecida, el gasto y la inversión pública inflada, la inseguridad al tope y el Ejecutivo en absoluto descrédito.
El origen de esta tragicomedia no es otro que la pareja presidencial. Ni los medios ni la oposición han aportado al descrédito tanto como el oscuro proceder palaciego. Si mantener los abiertos conflictos de interés ya eran un problema, la defensa personal por parte del mandatario de un investigado por asesinato sobrepasa cualquier otra barbaridad. ¡Qué cosas veremos en los próximos 2 años!
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