Santiago Pedraglio,Opina.21
La polarización política y social es extrema: el chavismo tiene una fuerte base social que se ha expresado en un mayoritario caudal electoral; y sus opositores, que expresan diversas tendencias y humores políticos, tienen un amplio y ahora movilizado apoyo político.
El movimiento nacionalista que dirige Maduro no es monolítico, y los militares son su sustento más seguro y decisivo.
Maduro alega que existe un movimiento golpista; si esta afirmación fuera cierta, significaría que la cúpula del chavismo avizora una fisura en las fuerzas armadas, algo que buscará evitar a toda costa. La oposición tampoco está unida; las diferencias entre Capriles y López son claras. Capriles, excandidato presidencial del bloque opositor, está, prudentemente, contra el uso de la violencia en las movilizaciones, así como de promover la caída anticipada del gobierno.
La crisis tiene hasta tres posibles escenarios de resolución: la salida inmediata de Maduro vía una movilización ciudadana sostenida que contaría finalmente con el apoyo militar (un golpe de estado simple y redondo sin final garantizado para los que piden democracia); un Maduro que gana tiempo, mantiene la polarización y desgasta a sus adversarios mediante una represión dura y selectiva; y, finalmente, la más deseable pero menos probable: se abre un espacio para que negocien el oficialismo y las cabezas de la oposición, lo que significaría el reconocimiento mutuo como interlocutores válidos y el respeto a las reglas básicas de la democracia de parte de los contendores.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.