Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Una señora fujimorista, que me recordaba a la doctora que hablaba de autosecuestro, sostenía que el triunfo del NO no era de apoyo a Susana Villarán, sino una forma de decir que no querían otra elección y que, incluso, los que esperaron mucho para votar se inclinaron por la alcaldesa para evitar otra cola y otro domingo perdido. Otros sostenían que la mitad de la población rechazaba la gestión de la alcaldesa y el ‘periodista insólito’ opinaba que el triunfo era de Luis Favre (el publicista de la campaña).
Mi impresión es que la mayoría de los que votaron por el SÍ fueron convencidos por la agresiva publicidad contra Susana, a la que habría que sumarle –en muchos casos– fideos, galletitas o promesas de distinta índole. Algunos, por supuesto, lo hicieron convencidos por razones que tienen que ver con hechos objetivos o una visión diferente de lo que debe ser la administración pública. Creo que en el campo de la evaluación ponderada para inclinarse por una u otra opción –si es que esto pudiera medirse–, los partidarios del NO podrían justificar con más argumentos racionales su opción que los partidarios del SÍ. Era curioso que comentaristas de la opción perdedora insistieran sobre la ineficiencia de Susana y su equipo. Tomaban las disculpas de la alcaldesa, que debieran ser colocadas en el cuadro de honor de la decencia política, como una prueba de sus argumentos. En fin, una jornada en la que Lima ganó mucho más de lo que los atribulados perdedores pueden siquiera imaginar.
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