22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

Los precios suben porque hay más compradores con dinero en la mano que viviendas ofertadas.

Mauricio Mulder, Pido la palabra
Congresista

Diversos economistas han venido sosteniendo en días recientes que, si bien la crisis actual del sistema capitalista es grave, nuestro país no sentirá mayormente sus efectos o, por lo menos, estos no serán ni como los de 1998 ni como los del 2009.

No es mucho consuelo, porque esos años no fueron nada buenos. 1998 significó un retroceso del que nos repusimos bien entrado el año 2002, y el crecimiento de 1 por ciento que tuvimos en el 2009, si bien fue uno de los 5 del mundo que tuvo resultado positivo, fue un frenazo del que afortunadamente hemos salido ya.

En esta oportunidad, en cambio, si bien no registraremos crecimiento récord por encima del 7 u 8 por ciento, las estimaciones nos ponen por encima de 5% y algunos traspasan incluso el 6%. Se dice que el dinamismo de la economía peruana está sustantivamente concentrado en el sector construcción- vivienda y en los márgenes aún muy positivos de nuestras inversiones mineras.

Esa característica sectorial de nuestro dinamismo económico merece un par de comentarios, sobre todo porque los peruanos, pesimistas y escépticos como ninguno, solemos minimizar nuestras posibilidades y creer que toda bonanza es pasajera y efímera.

El sector construcción, más cargado en el tema de vivienda que obra pública, es demostrativo de un hecho relevante: que el motor de nuestra economía es estrictamente nacional. No es como decía el propio Humala cuando era candidato: un modelo “primario exportador” que supone solamente la existencia de enclaves extractivos que se llevan el oro y dejan migajas, como bien resumiera en un libro estupendo Antonio Brack cuando hablaba del síndrome del cuarto del rescate que, supuestamente, tenemos los peruanos. No. Son los peruanos en condiciones de comprar viviendas formales y de acceder a préstamos hipotecarios los que empujan el mercado de construcción y jalan el resto de la economía, por su alto índice de empleo y de subsidiariedad. El déficit de vivienda es tan alto en el Perú y se acumuló por décadas en las que no se construía nada, que hoy, con toda la velocidad que poseemos, no se logran aún vender más del 15% de las viviendas que se necesitan. Los precios suben porque hay más compradores con dinero en la mano que viviendas ofertadas y cada año aumenta su número, puesto que se van incorporando al mercado laboral formal casi 600 mil personas por año. Fierro, cemento, cerámicos y todos los acabados son, en esencia, de producción nacional, y muchas veces no se dan abasto para atender las demandas crecientes.

No es, por tanto, una “burbuja”, como algunos especulan. Las burbujas eran, en Estados Unidos, las compras especulativas que se hacían porque los bancos relajaron en extremo sus colocaciones, con conocimiento punible del Estado federal, y mucha gente, que ya poseía vivienda, con poco dinero compraba una segunda o tercera casa hipotecariamente, sin que pudiera generar ingresos que le permitieran pagar los prestamos puesto que se generó una sobreoferta que el mercado no pudo cumplir. Nada de eso está ocurriendo en nuestro país, y es de esperar que el actual esquema económico nacional permitirá que, por varios años aún, el sector construcción –impulsado por la creciente clase media– sea el motor de nuestra economía.

En cuanto a lo del “modelo primario exportador”, este esquema es repetido como si fuese perjudicial. No lo es. El Perú participa en el concierto de la realidad mundial con lo que tiene: sus riquezas minerales, fundamentales para cualquier industrialización y para la confección de bienes de alto contenido tecnológico. Los bienes primarios constituidos por la cordillera más rica del mundo, si bien son perecibles, estamos hablando de miles de años para que se agoten. Es mucho más sólido para un país poseer una riqueza tal que elaborar bienes industriales que dependen del mercado y son volátiles y tienen gran competencia. Miren todas las innovaciones costosísimas que Europa tiene que hacer a sus valores agregados para competir con China o Corea. Miren cómo EE.UU. muda sus fabricas para evitar que quiebren por sus limitaciones competitivas.

La esencia del crecimiento está en nuestro optimismo. Fue con ello que Alan García logró sacar al Perú del retroceso en el 2009. Será con ese optimismo que seguiremos avanzando.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.