Carmen González,Opina.21
c.gonzalez@infonegocio.net.pe
Quizás era fantasiosa, pero ¡cuánto sirvió! Nunca lo oí gritar, ofender o hablar mal de alguien; sí cantar tangos tristes por las mañanas. Recuerdo ir con él a una librería y decir: “Les presento a la Srta. Carmen”, y yo con 4 años. “Hijita, puedes comprar lo que quieras”. Elegía un borrador y él respondía “¿Solo uno? Mejor 3”; yo decía: “Una cajita de colores”, y él: “La más grande, por favor”. Después supe que le hacía señas a la dueña para que dijera que no había otra mejor. Mi mamá se enojaba. ¿Cómo hacer gastos locos siendo pobres? Podría contar mucho, por ejemplo, que yo recitaba feo y él daba propina a mis primos para que me aplaudieran; el que decía “otro, por favor” recibía el doble. Sentía que tenía un fan que me aprobaba siempre, un mago que todo lo hacía hermoso. Quizá por eso soy arriesgada al emprender tareas. Y cuando caigo, me cuesta resignarme.__
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.