Juan José Garrido,La opinión del director
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La Comisión de Ética del Congreso ha regresado, y con fuerza. Desde el penoso intento por blindar a la congresista Cenaida Uribe, que llevó al Presidente de la comisión Humberto Lay a renunciar hace pocas semanas, hasta el día de hoy, la comisión viene manejándose con prudencia y celeridad, dos características ineludibles en este tipo de encargos.
En efecto, ni bien retornó la comisión a sus funciones, con la presidencia en manos del congresista Lay, las cosas han caminado en otra dirección y con otro ímpetu. Primero fue el caso de la congresista Cenaida Uribe, a quien se le recomendó suspender por 120 días por el caso Punto Visual. Ayer corrió igual fortuna el congresista fujimorista Julio Gagó por el caso Copy Depot.
Si los miembros de la Comisión de Ética creen que con estas dos medidas harán un borrón y cuenta nueva con la población, se equivocan. Los casos de los congresistas Uribe y Gagó son los más sonados, sin duda; sin embargo, no son los de mayor importancia para que los peruanos recuperemos la confianza en nuestra casta política. Confianza que, si de números y comparaciones se trata, se encuentra en el subsuelo en los índices internacionales: aparecemos en el puesto 131 sobre 148 naciones en el ranking del Foro Económico Mundial.
Esto, para muchos, puede ser un hecho anecdótico de nuestra partidocracia; no obstante, es medular a la pregunta de Varguitas, ¿cuándo se jodió el Perú? La confianza en nuestra clase política, siendo una variable subjetiva, describe sin embargo la distancia entre lo que los gobernados esperan de sus autoridades y el comportamiento de los mismos. Lo primordial es recalcar que la distancia importa en tanto los gobernados mantengan expectativas altas: si estas bajan, pues la distancia se aminora y con ello la brecha se reduciría. Los peruanos, hasta ahora, mantenemos marcos normativos altos comparados con nuestra partidocracia, lo que es bueno.
Sin embargo, si los marcos se relajan, podemos –sin duda– empeorar. Quedan casos como el del congresista Benítez, por ejemplo, por aclarar. Esperamos continúe la racha moralizadora.
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