25.NOV Lunes, 2024
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Opinión

Juan José Garrido,La opinión del director
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El roadshow mediático del ministro del Ambiente Pulgar-Vidal ha brindado la oportunidad de reconocer las grandes diferencias al interior del gabinete Cornejo respecto a la situación económica, nuestro modelo de desarrollo y las responsabilidades (e intereses) empresariales respecto al medio ambiente.

En resumen, el ministro Pulgar-Vidal se ha mostrado incómodo (por decir lo menos) frente al paquete de medidas enviado al Congreso, acusando de paso al empresariado de cortoplacista respecto al medio ambiente y la tendencia global. Es una forma de ver las cosas; equivocada en nuestra opinión, pero políticamente correcta y popular en estos días. Veamos, sin entrar al detalle, la otra cara de la moneda.

Lo primero a entender, respecto a las industrias extractivas (el fondo de la crítica del ministro Pulgar-Vidal), es que son proyectos que toman muchos (muchísimos en el caso peruano) años en ejecutarse: el Lote 67, por tomar un caso, tomó casi 20 años entre la firma del contrato y la puesta en operaciones. Léanlo de nuevo: 20 años. En países cercanos toman entre meses y un par de años en total.

Si esto no demuestra que el estado peruano es poco amigable con las industrias de hidrocarburos, pues nada lo hará. Veamos, en todo caso, las consecuencias: hoy se devuelven más contratos de lo que se han suscrito en los últimos 6 años, y de los vigentes, en el 40% no se realiza trabajo alguno (datos de Petroperú). ¿Para esto invertiremos US$3,500 millones en una refinería?

Y a todo esto, que evidencia la maraña regulatoria, hay que sumarle la barbaridad (casi expropiatoria) de las multas ambientales que aplica la OEFA (la institución estatal encargada): entre 10,000 a 30,000 UIT, lo que significa hasta S/. 111 millones. Y de nuevo, si lo comparamos a nivel regional, estamos liderando, muy por encima del promedio.

Nadie duda de la necesidad de incorporar una visión ambiental al desarrollo que permita que el mismo sea sostenible. Entre ello y lo que pretende la gestión actual hay una gran brecha que más parece ideológica que científica.


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