22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados

"El Perú no es un lugar fácil para vivir"

“Vivo en Lima desde los siete años. he vivido y conozco Lima más que mi propia tierra, pero limeño no soy. ¿Qué es ser limeño? Quizás tener la capacidad de centralizar las cosas (risas)”, nos dice Luis Guillermo Lumbreras.

Foto: Nancy Dueñas.
Foto: Nancy Dueñas.

Luis Lumbreras,Arqueólogo
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Auspiciado por Antamina, Luis Lumbreras acaba de publicar Chavín de Huántar: Los descubrimientos arqueológicos de Marino Gonzales Moreno, donde explica que el ordenamiento político, económico y social de las culturas precolombinas se basaba, sobre todo, en el manejo del agua.

Nació en Ayacucho. ¿Se sigue sintiendo un provinciano?
Sí. Lima es una ciudad totalmente construida por provincianos. Lo que ha ocurrido en los últimos 60 años es que los provincianos hemos asumido, progresivamente, una suerte de nacionalidad multipolar. Yo vivo en Lima desde los siete años, he vivido y conozco Lima más que mi propia ciudad de origen, pero limeño no soy. ¿Qué es ser limeño? Quizás tener la capacidad de centralizar las cosas (risas).

Sanmarquino sí es…
(Ríe). La universidad fue un espacio fundamental. Para mí, San Marcos es Raúl Porras Barrenechea, Luis E. Valcárcel, Honorio Ferrero, Alberto Tauro del Pino, José Matos Mar y José María Arguedas, con quienes trabajé y conversé, algo que hasta hoy agradezco. Mis amigos eran Carlos Araníbar, Pablo Macera, Julio Cotler, Aníbal Quijano… incluso Mario Vargas Llosa. Nos reuníamos en el Bar Palermo, y allí andábamos chismeando.

¿Eran tertulias académicas o también había raje?
Más o menos. Juan Mejía Baca (un gran librero) era un experto en repasar la vida de todos los limeños (risas). Pero también en ellas discutíamos las cuestiones nacionales, los problemas internacionales, nuestras posturas frente a las decisiones del Gobierno, etcétera. Eso sí, estas conversaciones no eran acartonadas y hasta eran emotivas.

¿Politizadas?
A la manera de ese tiempo, sí. El debate político tenía un componente ideológico y teórico mucho más fuerte. Nos exigíamos lecturas, preparación…

¿Qué representa Tello? Él tiene un aura mítica…
La imagen mítica de Tello ha sido construida. Tello era un provinciano que se sentía marginado, excluido y, por lo tanto, era rebelde. Porras lo conocía muy bien y alguna vez escribió sobre él lo siguiente: “En las reuniones académicas se sentaba, escuchaba y, luego, decía: ‘¿De qué se trata para oponerme?’”. Era rebelde.

Pero sus investigaciones son valiosas…
Sí, claro. Tello no era arqueólogo, fue médico. Entonces, aplicó a la arqueología y al análisis de personas todos los procesos que usaban los médicos. Pero, además, Tello andaba más preocupado por la gente de ahora que por la de antes: los indígenas y el proyecto nacional que los excluía. Y yo sentía lo mismo, de modo que la arqueología llegó a mí producto de mi preocupación por el futuro (ríe). Conocer la larga historia de nuestro pueblo es la mejor forma de entender lo que hay que hacer en el presente.

¿Qué pasó en el Perú cuando llegaron los españoles?
Una terrible distorsión de los mecanismos de apropiación de nuestro territorio. No estamos siguiendo los códigos operativos de la antigüedad, no sus técnicas ni procesos, sino sus códigos: cómo tratar el medio ambiente. Cada pueblo aprende a manejar su territorio. ¿Por qué el foráneo pretende modificarlo?

Cuando hablo con arqueólogos siento que mitifican a los pueblos que estudian, que ven a todo ‘invasor’ como malo. En la historia no hay buenos y malos…
Tiene razón. Para mí, la cultura es el resultado de un proceso donde uno absorbe la experiencia que ha tenido durante su existencia. Lo importante de la historia antigua es la recuperación de las estrategias de convivencia armónica con su territorio. Nuestro error principal es haber tratado de aprender Agronomía leyendo libros de Europa. También nos faltó investigar más nuestro entorno.

Usted acaba de publicar Chavín de Huántar: Los descubrimientos arqueológicos de Marino Gonzales Moreno, donde todo lo que se nos enseñó en la escuela sobre Chavín queda en entredicho…
Chavín es el ejemplo de cómo se debe intervenir el mundo andino. El Perú no es un lugar fácil para vivir. Aquí hay que batallar con montañas y bosques, selva y desiertos. En Chavín hemos descubierto que su proceso de organización política, social, económica, es el resultado de cómo resolver el problema del agua. Allí hay un aparato de manejo hídrico sumamente complejo por las condiciones tecnológicas con las que contaban. Y este desarrollo muestra por qué Chavín se convirtió en una cultura importante y nos mostró que o nos manejamos bien con el agua o vamos a morir. La civilización peruana es hidráulica.

¿Cómo compatibilizar el individualismo occidental con la necesidad colectiva que impone la naturaleza?
Esto es lo más difícil de manejar en nuestro país, y es una de las razones por las que los liderazgos individuales solo adquieren una forma despótica. Tenemos grandes dificultades en la organización de los procedimientos democráticos porque no se adaptan a nuestras condiciones materiales concretas.

AUTOFICHA

- Mis maestros no fueron arqueólogos. Destacan el padre Villa Córdova, Raúl Porras Barrenechea y Luis E. Valcárcel, quien, al contrario de Porras, era un indigenista.

- Con Alejandro Toledo tuve una aproximación laboral, pero apenas lo vi en reuniones públicas y, un par de veces, en reuniones privadas.

- Con Eliane Karp tuve una relación académica muy simpática. Ella es antropóloga y tenía mucho interés en los asuntos que ocurrían en el mundo indígena.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.