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Opinión

Juan José Garrido,La opinión del director
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Juramentó ayer la Sra. Ana Jara como premier y nos queda una rara sensación, una suerte de deja vú. Tal vez sea por la prontitud del cambio del gabinete, tal vez sea por los nombres o por la cercanía de la nueva premier a la primera dama. Lo cierto es que, vistas las cosas y el comportamiento de este gobierno, vemos más plausible otro cambio en el gabinete en el corto plazo que esa necesaria estabilidad que requerimos hasta el final del mandato.

La primera sensación es que, si de concentración de poderes se trata, este gobierno va de mal en peor. Lo último que hubiésemos querido era criticar, una vez más, al gobierno por una mala decisión en la composición del gabinete. Hizo bien el presidente en quitarle la confianza al Sr. Cornejo. El problema es que, por los nombramientos recientes (y reincidentes), quedarán dudas sobre a quién responde el poder central en el Perú.

Salvo que haya aterrizado recientemente de un viaje interplanetario, nadie duda de la línea de la hoy premier Ana Jara. Es una persona incondicional de la primera dama Nadine Heredia. Y a sus frases me remito. Desde “es una lideresa internacional”, “a más ataques, más asciende la popularidad de la primera dama”, hasta el famoso “el Perú no está listo para una primera dama como Nadine Heredia”.

No podemos ser mezquinos si de lealtades se trata. Suena bien para la pareja presidencial, no sé si para el destino de los peruanos. Salvo que un hecho grave ocurra, pronto la presidencia del Congreso caerá también en manos de otra incondicional de la primera dama: la Sra. Ana María Solórzano. Alguno podrá preguntar: ¿y qué tiene de malo? Pues nada, salvo que el poder se concentra –de manera irreversible– en las manos de quien tiene una agenda que nadie conoce y –peor aún– no tiene un cargo que la haga responsable ante nadie.

El pueblo le tiene simpatía a la flamante premier. Ese será su activo. Es decidida, transparente, trabajadora. ¿Cómo se mantendrá independiente en este cargo? He ahí el problema.


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