Fritz Du Bois,La opinión del director
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Para empezar, no ha sido positiva la intervención tanto del premier como de la ministra de Justicia, pues ambos tienen estrecha relación con la presidencia de la Corte IDH, logrando la celeridad con la que ese tribunal se ha pronunciado. Usualmente, en tan breve plazo, con suerte habrían acusado recibo de alguna comunicación que les hubieran enviado.
Por otro lado, es preocupante que al más alto nivel del Gobierno se esté abiertamente interfiriendo con las decisiones del Poder Judicial, porque estas no son del agrado de esos funcionarios. Sin embargo, esa preocupación por el fallo no fue suficiente para lograr que en el Gobierno hicieran bien su trabajo –para variar–, por lo que pasamos vergüenza presenciando una presentación cantinflesca del caso.
Luego, hemos tenido apasionamiento generalizado, desde los presidentes de la Suprema y del Tribunal Constitucional, intercambiando insultos acalorados, pasando por el presidente de la sala que emitió el fallo denunciando complots por todos lados.
Al final, nos queda claro que la confrontación que algunos vienen arrastrando desde hace 12 años fue el principal motivador para los involucrados. El tema se debió manejar con más objetividad para evitar el daño en credibilidad que nos ha causado. Nunca se debió permitir la improvisación que llevaron a San José ni tampoco una resolución que es una llamada de atención.
Pero cualquier posibilidad de contar con una estrategia de defensa adecuada quedó relegada al ser más importante echarle barro al rival antes que preocuparse por el interés del Perú. Nuevamente se ha confirmado que el peor enemigo de un peruano es otro peruano.
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