Carolina Cano,Actriz
Gonzalo Pajares
gpajares@peru21.com
Carolina Cano es Diana, la bailarina con gran preocupación social de Guerreros de arena, la serie de Frecuencia Latina (de L a V, 7 p.m.) que se inspira en la vida de Vania Masías y sus Ángeles D1, aquellos bailarines y acróbatas que encontraron en estas disciplinas un futuro mejor. En esta charla, Carolina nos habla de su vida.
Tus papás son actores y tú, también, pero ¿te llegaste a plantear otra carrera?
Siempre tuve en la cabeza ser actriz, y cuando me lo cuestioné, tampoco tenía nada claro. Decía “no” solo por dar la contra. Y si bien mis padres nunca me presionaron para que fuese actriz, sí me metieron en talleres de actuación (ríe). Además, me llevaban a las obras donde trabajaban. Cuando tenía tres años, yo lloraba para que no me llevasen al teatro porque no quería ver más la misma obra (risas). Es más, como los domingos no había quién me cuidara, tenía que ir al teatro.
Creciste rodeada por todas las estrellas del teatro y de la TV…
Sí, pero para mí nunca hubo demasiada magia en ello. Eran los amigos de mis viejos, y la situación me resultaba común. Por eso, nunca he sido fan de nada ni de nadie. A todos les gusta siempre alguien, a mí no. Siempre he sabido que todo lo que pasa en la tele es mentira, y esto, de alguna manera, es chévere.
Trabajaste como productora…
Sí, es una chambaza, pero la disfruté mucho los tres años que la ejercí. Además, tenía una vida muy ordenada, sin preocupaciones, con un sueldo fijo, con tiempo para todas mis cosas. La verdad, no la pasaba mal. Con la actuación no pasa esto, no tengo tiempo para nada, pero no me quejo, soy una persona que se amolda a las circunstancias.
Pero no te puedes quejar, como actriz te está yendo bien…
A los actores, la vida nos chocolatea: a veces tenemos mucho trabajo, a veces poco. Y, la verdad, no extraño el sueldo fijo, aunque esto no significa que ya pueda comprarme un depa, puedo sobrevivir dos o tres meses (ríe).
¿Los realitys les están quitando trabajo a los actores?
Sí, porque cada vez se hace menos ficción. Por ejemplo, después de Ana Cristina, la telenovela que hice para ATV, no volví a hacer tele hasta ahora, con Guerreros de arena.
En Ana Cristina eras la mala…
Sí, esos papeles me gustan porque allí tengo un poder que no poseo en la vida normal. ¿Catarsis? No fue tan psicológico, pero es una experiencia bacán.
¿Eres una chica buena?
Sí, carajo (y, mientras ríe, hace una mueca de pena). Claro, no siempre he hecho lo correcto, pero tampoco he hecho nada muy rebelde. No soy de extremos: siempre he sido fiel a mí misma, siempre he hecho las cosas que me parecieron correctas, me he equivocado y, cuando esto ha pasado, he asumido sus consecuencias.
¿Les has sido fiel a tus parejas?
Por supuesto. ¡Nunca he sido infiel, maldita sea! (risas). Voy a cambiar (ríe). Mira, si no le puedo mentir ni siquiera a un amigo, imagina si podría hacerlo con un novio. En la vida real no puedo mentir. Claro, mentiras piadosas sí digo, pero grandes mentiras no, quizás porque pienso mucho en las consecuencias.
¿Te enamoras rápidamente?
Sí, me ha pasado seguido que me he enamorado sin pensarlo, sin quererlo, sin buscarlo. Pero también soy una mujer de relaciones firmes y largas. ¡Puta, me han faltado los vacilones! (risas). Dios, me ha faltado calle, me ha faltado calle. Pero no, no lo haré, estoy enamorada.
Y del ‘Gringo Atrasador’…
Sí, pues, del ‘Gringo Atrasador’. Y no soy celosa porque en Al fondo hay sitio, con Nataniel Sánchez, sus besos son de ficción: sin lengüita (risas). Además, son besos torpes, nada cómodos.
Ahora, en Guerreros de arena, interpretas un papel inspirado en Vania Masías…
Para mí es un halago y una responsabilidad enorme representarla, porque todo el mundo la quiere y admira. Su labor social es increíble, y conocerla ha sido mostro. Ella les dio a muchos jóvenes la posibilidad de tener una vida mejor. Además, está contenta con la serie. Lo que debe quedar claro es que todo es una ficción, que si bien se inspira en Vania y los chicos de D1, la mamá de Vania no es como la mamá de mi personaje, quien, a propósito, es Patricia Frayssinet, mi madre en la vida real, y a quien, estoy segura, van a odiar por su papel en la serie (ríe).
Tienes un aire a Vania, empezando por el cuello…
Eso dicen. La verdad, tengo el cuello más largo del mundo (ríe), puedo ser ‘El cisne negro’ cuando hagan su versión peruana.
¿Ya ves? Tienes tu lado oscuro…
¡Cómo no lo voy a tener! Todos lo tenemos, tampoco soy una chica tan buena (risas). Pero hoy estoy feliz: la gente que me rodea es buena, tengo estabilidad emocional, tengo las cosas claras y todo para hacer lo que me plazca.
AUTOFICHA
- Estudié Comunicación Audiovisual. Quise estudiar solo teatro, pero mis papás me recomendaron que tuviera una carrera alterna. Por tres años trabajé de productora.
- La producción es una chambaza, pero la disfruto. Me gusta sacarme la mugre. La actuación también es una chambaza, pero no se nota.
- Mi enamorado es Joaquín de Orbegoso, el actor. Hasta donde sé, nunca me han dejado por otra; me han dejado, pero no por otra (ríe). E igual de leal he sido yo.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.