Ariel Segal,Opina.21
arielsegal@hotmail.com
Pocos sabíamos que el recién fallecido inventor del fusil más utilizado en el mundo, el Kalashnikov, lamentó el uso criminal que se le dio a su invención, pues en su caso, aunque fue un arma, el exsoldado soviético Mijail Kalashnikov la creó tras la II Guerra Mundial para que el ejército rojo pudiera usar un rifle de fácil manipulación para defender al país en caso de futuras guerras.
Sin embargo, su nombre quedó asociado, irremediablemente, a guerrillas, grupos terroristas, milicias de niños, piratas, e incluso, criminales en las calles, por el nivel de venta y distribución mundial de esta arma.
Otro inmerecido epónimo (nombres de personas utilizados para designar lugares, épocas, conceptos e invenciones) es el que originó el doctor francés Joseph Guillotine, un parlamentario opuesto a la pena de muerte que al menos pidió la utilización de un instrumento –inventado por otro– menos doloroso para miles de sentenciados.
Dado que su moción fue aceptada, la ‘Era del Terror’ de la Revolución Francesa quedó asociada a la guillotina.
Afortunadamente son más los epónimos que honran a quienes los inspiraron: Pasteur, Morse, Braille, Volta y el belga Adolphe Sax, creador del saxofón, etc.
Injustamente, casi no hay epónimos que provengan de nombres de mujeres, con excepción de personajes míticos como Atenea, Venus, etc.
Otros antiguos como la alquimista del siglo III, María de Alejandría (‘el baño de María’), y un par de reinas inglesas, Victoria, quien designa a una época muy conservadora, “victoriana”, y María I ‘La Sanguinaria’, quien por su orden de masacrar a puritanos, es recordada con humor negro por medio del coctel de jugo de tomates como ‘Bloody Mary’.
Estos pocos ejemplos femeninos demuestran que el rol de la mujer apenas comienza a reconocerse.
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