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Mucho más que una palabra

Unasur pisó fuerte en el caso de la destitución del presidente paraguayo Lugo y marcó la cancha. La OEA debió abandonar la tibieza a la que la arrastran EE.UU. y Canadá y hoy toma nota de la irregularidad del proceso contra Lugo.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Ahora, la misma OEA, “inspirada” en Unasur, y nuevamente adormilada en primera instancia por los musculosos del norte, subraya el derecho que tiene Ecuador a que se respeten sus sedes diplomáticas sin mencionar, por supuesto, a los herederos de Sir Francis Drake.

El caso Assange, luego de una amenaza del primer ministro de su graciosa majestad –amenaza que es casi un acto reflejo del viejo imperio–, ha ingresado en la mínima normalidad que permiten los poderosos y el Gobierno de Gran Bretaña se ha mostrado dispuesto al diálogo. En ambos casos –Lugo y Assange– se ha podido ponderar que la unión refuerza nuestra voz y que la región comienza a cobrar un protagonismo otrora inexistente.

Este reacomodamiento de fuerzas en el tablero internacional indica no solo el fortalecimiento de Unasur, sino también el debilitamiento de quienes tradicionalmente han hecho lo que han querido y, además, han contado con el apoyo de la gran prensa para convalidarlo ante los ojos de la opinión pública. Esta ventaja, de poder crear realidades a la medida de sus intereses, aún no muestra cambios decisivos, pero está en camino de lograrlo. El infecto poder del dinero, más convincente que las ideologías, y por supuesto que la ética, nos abrirá un pluralismo que hoy solo se practica a cuentagotas. Con la cancha más pareja, en un mundo multipolar, la realidad tendrá nuevos colores.


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