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"La moda debe verse como lo que es, arte"

“Cuando llego a un país, lo primero que hago es visitar sus museos. Por eso, estoy feliz de exponer en el MAC y que Mario Vargas Llosa haya escrito un texto para la exposición y su catálogo”, nos dice Agatha Ruiz de la Prada.

Foto: Luis Gonzales.
Foto: Luis Gonzales.

Ágatha Ruiz de la Prada,Diseñadora
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

“Estoy muy emocionada de exponer en el MAC-Lima. Lo conocí el año pasado cuando vine al Lima Fashion Week. Pasaba por acá y decidí buscar al director. Conversé con la curadora y el arquitecto y allí me vinieron unas ganas inmensas de hacer esta exposición. Un año después estoy aquí (ríe). Ah, esta muestra no es para fashion victims sino para todo el mundo”, nos cuenta la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, quien mañana, a las 7 p.m., inaugura en el MAC-Lima (Av. Grau 1511, Barranco), Agatha Ruiz de la Prada en Perú, una muestra con sus mejores 50 diseños en más de 30 años de carrera. Antes, a las 6 p.m., hay un conversatorio donde la diseñadora hablará sobre su trabajo.

¿Qué le gusta de exponer en Lima?
Lima me encanta. Y, créeme, estoy más orgullosa de exhibir mis creaciones en este museo que en un desfile convencional. Acá tengo espacio, tiempo, ¿en un desfile cuánto tiempo me dan? ¿20 minutos? Este no es un espacio rimbombante ni elitista: acá llegan niños, jóvenes, adultos; los niños juegan.

¿Qué siente cuando ve una tela?
La tela es lo más importante, la veo y me emociono. Si tienes una buena tela, tienes el vestido. Antes, sabía muchísimo de telas, pero hoy estamos más en el tema de la democratización de la moda y hemos perdido mucho en calidad. Recuerdo que hace algunos años vine al Perú y, con una amiga, hicimos unos trajes de alpaca muy bonitos, pero su precio era elevado y, lamentablemente, con la crisis que vivimos la gente tiene muchas ganas de tener muchos trajes, pero ya no de tener ropa untuosa.

¿Tela es pincel, es lienzo?
De niña quise ser pintora y siempre estaba dibujando. Yo llegué a la moda por el dibujo. Por eso, diría que soy una diseñadora muy gráfica, que he inventado mi propio lenguaje.

¿Cómo ve a la moda?
Lo que me interesa es emocionar, ofrezco un ataque de emociones. Hay mucha gente que se pone un traje para estar ‘favorecida’. Aquí se cree que una mujer ‘elegante’ siempre tiene que estar con tacones, apretada y demás parafernalia; hay otras mujeres que no pueden ver un traje sin imaginárselo puesto. ¡Coño, cuando yo voy a un museo pienso en la belleza de la obra no en si entraría en la sala de mi casa! Uno debe quitarse de la cabeza eso de pretender apropiarse de todo. Muchas de las mujeres que van a los desfiles no se fijan en el desfile como tal sino en lo que les quedaría bien y, claro, se llevan lo mejor (ríe), y con lo que nadie compró o nadie quiso, con eso me visto yo (ríe) y, créeme, me queda muy bien.

Hábleme de los símiles entre arte y moda…
Muchos al ver mis creaciones quizás digan: “Yo no me la pondría”. ¡Coño, no te la pongas pero ven a verla! (risas). A nivel de capacidad de expresión se puede hacer un símil entre lo que comunican el arte y la moda. Por eso siempre repito que la moda, que un traje, debe ser apreciado como se observa un cuadro o se oye una canción, como arte. Arte y moda comunican, y todo lo que comunica un cuadro también lo puede expresar un traje.

La moda tiene una función: cubrirnos…
Sí, pero, repito, también tiene otra función inmensa que es comunicar. Vistiéndote comunicas miles de cosas. Tu ropa, créeme, me ha dicho miles de cosas sobre ti… y el que hayas venido con un libro en la mano, y que ese libro sea de una mujer (Leila Guerriero), me ha dicho aún más (risas).

No le gusta el color negro…
Es una mala costumbre ir a una fiesta vestido de la misma manera como vas a un funeral: de negro. Es absurdo asociar la inteligencia y la elegancia con el negro. Yo soy su enemiga. Y si me opuse al negro no fue por márketing sino porque así lo sentí. Además, me encanta el color, no hay forma de que me choque, por eso me gusta el Perú: porque está rodeado de color.

¿Cómo se maneja un diseñador en tiempo de crisis?
En la vida hay que estar en las duras y en las maduras. Uno tiene que ser diseñador siempre, cuando las cosas van mal y cuando van bien. Yo me la he pasado bomba, sin vender nada, y también he hecho tonterías y he vendido una barbaridad. Lo curioso es que he vendido pocos de mis trajes favoritos (ríe). A Bernard Shaw le preguntaron una vez lo siguiente: “¿Qué tal la obra?”. “La obra, bien; el público, un fracaso”, respondió, y yo he pensado así muchísimas veces. Gente que se arriesgue a ponerse mis trajes sigue habiendo poquísima. La gente tiene miedo de su cuerpo, a no sentirse guapa; cree que ir vestida de estrella es lo máximo, pero esto no es siempre así.

¿Le gusta la desnudez?
(Piensa). Me gusta la desnudez maravillosa. Ya me da vergüenza ir en bañador por las playas, me incomoda pero a mis 20 vaya que me gustaba estar en la playa… bastante desnuda (ríe). Hoy ya no tengo edad para eso.

¿Qué es el cuerpo para usted?
Me gustan los cuerpos en un dibujo, no me gustan los cuerpos voluptuosos, más aún ahora que se ha puesto de moda mirar a la modelo y no al traje.

AUTOFICHA

- Estoy entusiasmada con los estampados. El domingo es mi desfile más importante del año: presento mi colección 2014 que está dedicada 100% al estampado.

- Si alguna mujer llega con alguno de los trajes de mi exposición a una fiesta, esta se paraliza. Ya te lo dije, yo busco emociones.

- Mi madre sufría de depresión. Yo, con mi trabajo, hago trampa: es imposible deprimirse haciendo lo que hago, tanto por creatividad como por intensidad.


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