Enrique Guzmán,Cantante
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
En los 60, en América Latina, Enrique Guzmán era Elvis Presley. A pesar del paso del tiempo, este mexicano nacido en Venezuela, y padre de Alejandra Guzmán, señala que está vigente, pues nunca abandonó los escenarios. Oigámoslo.
Mi madre, quien es fanática suya, me dijo alguna vez: “Enrique Guzmán es más que Los Teen Tops”…
(Ríe). Y razón no le falta. Si bien empecé como cantante y músico de Los Teen Tops, he dado otros pasos en mi vida artística. Como sabes, con el tiempo la gente decide progresar, avanzar, y yo decidí dejar Los Teen Tops para ejercer mi talento.
Sin embargo, es innegable la importancia de Los Teen Top en nuestra música popular…
Eso me han dicho (risas). El que nosotros le hayamos dado voz –y sobre todo en castellano– a un movimiento tan importante como el rock, que antes no existía, nos hizo conocidos muy pronto. Fuimos unos pioneros.
Yo creo que el rock es un fenómeno social…
Así es, el rock no es un ritmo, es una forma de ser, es una forma de reclamar, es una forma de protestar; si algo no te gusta pues haces rock y, así, combates aquello que te desagrada.
¿Y esta fue la actitud de Los Teen Tops?
Absolutamente. Para mostrar nuestro inconformismo fue que nos metimos en este negocio, sin darnos cuenta de la importancia que iba a tener lo que hicimos.
¿Vieron a la música como un negocio?
Al principio, no. Ni siquiera los sindicatos de música que por entonces había nos hicieron caso; para ellos éramos unos muchachitos que hacíamos una musiquita ‘yeye’, con la cual no iba a pasar nada. Con el tiempo descubrimos que era una carrera, una vocación.
¿Era un rebelde, un salvaje, un iconoclasta?
(Ríe). Según mi mujer, sigo así (risas). Todavía hay muchas cosas por las cuales reclamar y protestar, y eso no es fácil para una persona sola, por eso el aspecto colectivo y social del rock, donde los gritos que des van a tener un auditorio. Por eso, yo no he perdido mi rebeldía.
¿Cómo mantenerse rebelde si el ‘sistema’ tiene mecanismos para ‘comprarnos’?
No lo sé. Ahora que lo pienso, sí, hay algo de conformismo en mí, me he contentado con lo obtenido que, por lo demás, ha sido mucho. Descubrí muy joven que la música era un arma muy fuerte, que de ella podía vivir… y sí, me conformé.
Se aburguesó…
Sí, en ciertos aspectos, sí: reemplacé la chaqueta de cuero por un traje. Uno se casa, le debe amor a la esposa, a la familia; tiene hijos; los niños empiezan a crecer, hay que alimentarlos, educarlos, pagar colegiaturas. Y sí, pues, uno llega a conformarse con lo que tiene.
¿Sucumbió a la tentación del alcohol y las drogas?
De joven, sí. Probé todo lo que estaba y lo que había, todo lo que tenía que ser; pero hoy mi cuerpo me dice “espérate tantito”: me tomo un coñac y se me descompone la vista (ríe).
Como artista, ¿no se siente desfasado?
Gonzalo, yo no he dejado de subir a los escenarios. Tengo muchos años viviendo del aplauso de la gente. Mi vida se ha desarrollado frente al público. Créeme, es más importante hacer un show que sacar un disco. La parte más interesante de mi carrera es ofrecer conciertos.
¿Y vive de la nostalgia?
Yo creo que sí, que vivo de la nostalgia. Mis canciones han hecho que la gente se enamore, se case, se divorcie; llore y se alegre. Yo le muevo el tapete a personas como tu madre, quién escuchándome recuerda su vida pasada. Dile que le voy a dedicar una canción.
¿Le gusta el rock de nuestros días?
El que se hace hoy no lo entiendo, y no me pesa, así debe ser. El rock nuevo no me gusta, ni me mueve y, menos, me conmueve.
Mi madre me cuenta que usted fue un galanazo…
(Ríe). Eso dice mi mujer (risas), a quien la tengo al lado. (Mira a su esposa y le dice “Amor, tápate los oídos, no escuches lo que voy a responder”) (ríe).
Se casó con Silvia Pinal…
Los dos hijos que tuvimos resultaron geniales. Cuando Silvia y yo nos conocimos estábamos en la cima de nuestras carreras.
Es un padre orgulloso…
Orgulloso, sí; pero no fui un gran padre. Alejandra y Luis Enrique, mis hijos con Silvia, crecieron sin mi compañía, y cuando volteé ya estaban grandes; hoy somos más compañeros, amigos.
¿Le gusta la música de Alejandra Guzmán, su hija?
Te voy a tener que decir que sí (risas).
AUTOFICHA
- No me gusta comparar mi carrera con la de nadie. Mis ídolos son Bill Haley, Ritchie Valens, pero hoy yo mismo soy mi ejemplo; me miro y me enorgullezco.
- Bandas como Café Tacufa, Caifanes o Jaguares están bien porque son triunfadoras, pero el rock de hoy no me mueve ni conmueve.
- Si me dan a escoger entre los Beatles o los Rolling Stones, no lo pienso dos veces y escojo a los Stones. Hombre, yo toda mi vida he sido un rockero de verdad.
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