Micaela era una chica romántica, soñadora y parecía que estaba en las nubes cuando tenía a su lado a su enamorado. Su alegría y su sonrisa la caracterizaban. Sus amigos jamás la habían visto triste y, por el contrario, siempre era quien animaba a la gente.
Esa desbordante alegría fue la que atrapó a Gonzalo desde el día en que se conocieron. La conquistó y vivían su romance a plenitud. No había fin de semana que no pasaran juntos. Se iban a bailar, a almorzar o a cenar con amigos, de paseo al campo o, simplemente, a ver una buena película. Se hablaban por teléfono desde que abrían los ojos cada mañana y se daban las buenas noches después de que él la dejaba en su hogar.
El pasado 18 de enero celebraron ocho meses de relación. Festejaron en la Plaza Mayor con el show por el aniversario de Lima. Las siguientes semanas transcurrieron llenas de mucho amor.
En la víspera del Día de San Valentín, Micaela se pasó recorriendo los diferentes centros comerciales en busca del regalo perfecto para Gonzalo. También hizo una reserva para una cena romántica en un restaurante con vista al mar. Quería sorprenderlo.
Sin embargo, no se imaginaba que alguien estaba cautivando a su amado. Hace unas semanas, Gonzalo conoció en su trabajo a Silvia. Estaba atraído por su rostro angelical, pero no sabía cómo acercarse a ella. Temía decir cualquier disparate, pues ella es una chica culta.
Esta nueva compañera de trabajo solo hablaba de arte, literatura y música clásica. Rápidamente confirmó que Silvia no tenía pareja y se propuso conquistarla.
El amor que sentía por Micaela se esfumó de la noche a la mañana. En sus pensamientos solo estaba Silvia. En vísperas de San Valentín, su enamorada lo llamó porque en los últimos días no se habían visto. Él había utilizado como excusa que tenía mucho trabajo.
El último jueves, Micaela esperó a su ‘príncipe azul’ a la salida de su centro de labores para darle una sorpresa. Él se mostró frío e indiferente. Gonzalo no quiso ir con rodeos y prefirió contarle la verdad. “Voy a ser sincero. Lo nuestro se acabó. Ya no siento nada por ti, me gusta una compañera de trabajo. Ella aún no sabe de mis sentimientos, pero no quiero engañarte. Espero que me comprendas”, le dijo.
Micaela se quedó en una pieza. Se puso a llorar y se fue a su casa desconsolada. Ella no quiere hablar con nadie y se pasa días enteros encerrada en su habitación.
CONSEJO
La psicóloga Lili Marín Alva sostiene que es muy importante valorar la sinceridad del joven.
“En el caso de esta muchacha, ella tiene que saber afrontar la situación, dar un paso al costado y sobrellevar el duelo de la separación”, afirma la especialista.
Dice que, si bien es un momento difícil, es importante ser realista.
TENGA EN CUENTA
- Siempre hay que estar alerta a las señales de cambio de la pareja. Muchas veces, las personas se ciegan ante lo que está muy claro, refiere la especialista.
- El dolor de la decepción tiene una etapa y, por lo general, siempre se acude a una amiga para desahogar. En otros casos es necesaria la ayuda de un profesional.
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