¿Mezclar el agua y el aceite?

Eduardo Ponce Vivanco,Columnista invitado
Embajador

Noticias de ayer anunciaban la supuesta intención chilena de plantear la integración de otros países de la región a la Alianza del Pacífico. Las iniciativas del canciller Heraldo Muñoz para propiciar un diálogo con el Mercosur tienen que haber sido evaluadas con la seriedad que exigen las importantes decisiones que hace tres años vienen adoptando Perú, Colombia, México y Chile, ninguno de los cuales querría echar por la borda las expectativas generadas por ese acuerdo que, hasta ahora, ha avanzado a pasos agigantados y ha concitado el interés de los mercados mundiales más importantes.

Sabemos que el socialismo chileno quiere distinguirse del gobierno que lo precedió mediante gestos de acercamiento sudamericano, que ya comenzaron con Argentina, Brasil y hasta Venezuela (donde el canciller de Chile acudió a los preámbulos del diálogo con la oposición democrática, que la intransigencia de Maduro ha hecho naufragar).

Pero los tres países mencionados son miembros plenos del Mercosur, y Venezuela es propulsor del ALBA (Alianza Bolivariana). Si quisieran ser parte de la AP tendrían que denunciar esos tratados, abrir sus mercados, cambiar sus políticas proteccionistas y negociar TLC con cada uno de los componentes de la Alianza, lo que el Mercosur prohíbe. Son las reglas de juego.

Chile ha reiterado que quiere ser un “país puente o puerto” para el comercio entre el Atlántico sudamericano y la Cuenca del Pacífico (idea germinal de la IIRSA y sus proyectos interoceánicos).

Sería positivo para Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, pero no es relevante para un acuerdo comercial de integración profunda basado en la convergencia de políticas de apertura como las de la Alianza del Pacífico, en la que tenemos cifradas tan justificadas expectativas por el empuje que dará a nuestras economías, que son como el agua y el aceite con las del Mercosur y el ALBA.