Gianfranco Castagnola,Al.Mercado
gcastagnola@peru21.com
Hace dos décadas que venimos presenciando un proceso de deterioro ético y profesional del Congreso. En cada elección, los analistas suelen decir “este es el peor Congreso de la historia”. La irresponsabilidad de los líderes políticos atrajo a los ‘mataperros’, ‘comeoros’, ‘robacables’, ‘comepollos’ y, ahora nos enteramos, a una lideresa del narcoterrorismo en el VRAEM –que incluso se mantuvo cerca del partido de gobierno hasta hace poco–. En este contexto, no debe sorprender la deplorable ‘repartija’ de cargos cruciales para la institucionalidad democrática. Así como en materia económica el país sigue, dentro de todo, en buen pie, en el plano político estamos retrocediendo. Y este deterioro incluye a los líderes de la oposición. En este entorno, mirar al 2016 es un ejercicio no solo preocupante sino deprimente. El crecimiento económico es una condición necesaria para el desarrollo, pero insuficiente para alcanzarlo si no viene acompañado de madurez política y consolidación institucional.
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