Mercedes Aráoz,Al.Mercado
Desde la Ronda de Uruguay, las políticas que condicionaban a la inversión a cumplir requisitos de desempeño ya no se pueden aplicar pues eran mecanismos que fomentaban el mercantilismo y limitaban el comercio. La inversión se mueve por rentabilidad y esta se genera porque el país anfitrión ofrece ciertas ventajas: dotación de recursos naturales, infraestructura, energía, mano de obra de alta productividad, capacidades gerenciales, mercado interno y/o externo y políticas e instituciones amigables con la inversión. Los países de la región están repensando sus estrategias de atracción de capitales, mudando al uso de incentivos para que empresas de alta productividad y con externalidades positivas se localicen en ellos. Se necesita que los mercados de capital laboral y de productos funcionen en un marco de competencia clara y con reglas estables, y donde las fallas de mercado se pueden corregir con incentivos bien pensados y medibles, que permitan –por ejemplo– la formación de conglomerados o clusters en zonas del país con potencial y a las que no llega la inversión, o modelos de fondos que promuevan la innovación y la transferencia de conocimiento para el sector productivo, así como generación de empleo permanente y de calidad.
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