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Opinión

“La informalidad en el Perú tiene muchos matices y la podemos ver en diferente grado en el comportamiento de prácticamente todas las empresas”.

Hace unos días me preguntaron si los peruanos éramos por cultura informales. Tenemos algunas formas de actuar típicas de nuestra nacionalidad, de hecho los peruanos son buenos trabajadores y por lo general son personas ingeniosas para encontrar soluciones. La informalidad no es intrínseca al peruano, es más bien el resultado de una maraña de incentivos perversos que lo alejan de la formalidad. Es más, la informalidad en el Perú tiene muchos matices y la podemos ver en diferente grado en el comportamiento de prácticamente todas las empresas.

Uno de los motivos para mantenerse en la informalidad son los altos impuestos y la forma en que los recaudamos. Existen algunos estudios que muestran que cuanto más altos son los impuestos, mayor correlación hay con la informalidad. Por eso, la propuesta de reducción y promoción de las pequeñas empresas a través de un sistema acotado de descuentos fiscales es una propuesta viable y atractiva. Por supuesto, debemos añadir un cambio en la cultura de la institución recaudadora, para que facilite la incorporación de las Pyme y apoye a los buenos contribuyentes mostrando predictibilidad y proporcionalidad a su capacidad sancionadora.

A esta propuesta se le añade un sistema que facilite la contratación de nuevos trabajadores, con un seguro de desempleo para los nuevos contratados, el incentivo a la capacitación laboral, además de mejoras sustanciales en el sistema de seguridad social, asegurando al pequeño propietario y su familia, dándole la tranquilidad en temas de salud y pensiones. También se le debe proporcionar la posibilidad de acceder a bajo costo a seguros catastróficos, solo en estas fiestas hemos visto que son las Pymes y sus propietarios los que han estado más expuestos a los incendios, con el correlato de reducción inmediata de sus ingresos, por la pérdida de sus activos y también de sus ingresos futuros.

Las pequeñas empresas también enfrentan la excesiva carga de trámites que exigen muchas agencias públicas. Se requiere una reingeniería en los procesos, simplificando, enfocándose en lo sustantivo y utilizando las nuevas tecnologías como herramienta: un gobierno electrónico al servicio de los ciudadanos y las empresas.


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