17.MAY Viernes, 2024
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Opinión

El oficialismo, sus medios y adulones, sostienen que el affaire López Meneses se reduce a un grupo de corruptos policías quienes, jugando en pared con la mafia montesinista y diarios no-alineados, buscan dar una suerte de “golpe de masas”. Veamos.

Juan José Garrido,La opinión del director
El oficialismo, sus medios y adulones, sostienen que el affaire López Meneses se reduce a un grupo de corruptos policías quienes, jugando en pared con la mafia montesinista y diarios no-alineados, buscan dar una suerte de “golpe de masas”. Veamos.

Para que se viabilice un golpe de masas contra el gobierno se requieren de ciertas condiciones: un partido político (o un movimiento popular) sólido, amplio, con bases comprometidas con la causa; se requieren de recursos económicos y aliados foráneos que aprueben la acción; se requieren de operadores políticos, estrategas y una amplia red que permita penetrar ciertas instituciones claves (FF.AA., PNP, etc.).

Todo ello, por supuesto, sería de fácil conocimiento por parte de inteligencia del Estado. Los últimos golpes de masas (Argentina, Bolivia y Ecuador) fueron alertados con debido tiempo. El golpe militar de Velasco, como bien saben ellos, era plenamente conocido.

Si esta teoría del golpe de masas es cierta, ¿no sería más fácil presentar las pruebas? Hasta ahora solo hay una libreta con un tachón y una supuesta carta enviada por un político “influyente” a 12 empresarios. ¿Esa es la evidencia? Es absurdo e infantil.

Como también lo es la teoría de un “golpe oficialista”. Sí, es cierto, el presidente Humala consideró el golpismo como ruta rápida al poder (lean, sino, su autobiografía). Empero, de ahí a creer que hoy está liderando un proyecto golpista, pues también suena ridículo. Este gobierno no cuenta con operadores políticos; tampoco goza de alta popularidad (requisito indispensable para legitimarse); tienen algunas instituciones claves (Ejército y PNP), pero no tienen a otras con importancia estratégica (Marina, para empezar); y, finalmente, no cuentan con el apoyo internacional o una causa popular que aglutine a la opinión pública a favor.

Entre estas infantiles teorías conspirativas perdemos dos cosas fundamentales: una efectiva fiscalización del actual régimen y, sobre todo, una agenda de largo plazo.


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