Roberto Lerner,Espacio de crianza
espaciodecrianza.educared.pe
Que si los evaluamos para ingresar al colegio o no, que si los sometemos a pruebas internacionales al final de la secundaria, que si estamos en el fondo de PISA o TIMSS…
¿Dime qué notas tienes y te diré quién eres? El problema es que nadie tiene evidencias serias de que eso sea cierto. Mejor dicho, lo más que podemos afirmar es que tus notas predicen qué tan bueno eres… resolviendo exámenes.
Pero tienen poco que ver con tu sentido común, capacidad para interactuar con otros, disposición a tomar riesgos calculados, vocación por emprender, creatividad, habilidad para aprovechar oportunidades, tendencia a encontrar lo que no estabas buscando. Y es todo lo anterior lo que determina el éxito, el nivel general de bienestar y la productividad de los individuos.
Es más, recientes estudios muestran que, en el nivel colectivo, los extraordinarios desempeños en matemáticas y ciencias que muestran algunos países correlacionan negativamente, o no tienen relación, con medidas de desarrollo económico, indicadores de competitividad o prosperidad. Obviamente, no es que buenos resultados sean malos, pero no garantizan mucho, como lo demuestra un Japón culto en matemáticas y ciencias, pero estancado en muchas otras variables desde hace 20 años.
Los exámenes no son irrelevantes, pero obsesionarse con ellos es convertir la educación en el arte de la respuesta cuando debería ser, no solamente, pero sobre todo, el arte de la pregunta. Las naciones que alientan preguntones tienen más futuro que las conformadas por respondedores. Además, son más democráticas.
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