17.MAY Viernes, 2024
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Opinión

Observar lo que ocurre en Grecia, cuna de la democracia y de lo mejor de la cultura occidental, sirve para comprender que los destinos del mundo están siendo conducidos por un conjunto de carroñeros ávidos de dinero y absolutamente ajenos al sufrimiento humano.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Bestias vestidas por Armani y habitando torres con cristales que dibujan fantasías que ocultan el espanto de la realidad. La pequeña y admirada Grecia tiene hoy una deuda que se acerca al 200% de su PBI y su Parlamento, integrado por quienes representan a los habitantes de la torre de cristal, acaba de aprobar una nueva contracción en su presupuesto equivalente a 9,500 millones de euros y se prevé que en el 2013 su economía se encogerá en un monstruoso 5%. Resultado: salarios menores (son ya absurdos), menos salud, peor educación y una reducción en todo aquello que tiene que ver con el bienestar de la mayoría de su población. Dice el economista español Montero Soler que si Sócrates resucitara volvería a pedir cicuta para no ver lo que están haciendo los bárbaros con su nación. Y agrega: todo eso se hace para “mantener una doble ficción: que Grecia es un país soberano y que no es una economía quebrada”. La pregunta es, según el economista, “¿Cuánto superávit presupuestario y comercial tendrá que acumular Grecia –y durante cuánto tiempo– para poder reducir ese nivel de deuda hasta el nivel que exige el Pacto de Estabilidad?”, liderado, naturalmente, por el FMI y el Banco Central Europeo.

No es difícil imaginar que las sombras que envuelven Grecia son propicias para una revuelta popular de dimensiones inimaginables.


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