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"El deporte me ayudó a superar el perder una pierna"

“Quiero ser campeón mundial de parabádminton no solo por mí, sino para que la gente conozca y apoye los deportes para discapacitados”, nos dice de Vinatea.

Foto: Rafael Cornejo
Foto: Rafael Cornejo

Pedro Pablo de Vinatea,Atleta
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com

Pedro Pablo de Vinatea es un ejemplo. A los 14 años le amputaron una pierna, pero no se dejó vencer. Estudió Economía en la Universidad del Pacífico, entró a trabajar al Grupo Gloria y volvió al deporte que practicó desde niño: el bádminton. Hoy es campeón panamericano de parabádminton y, en noviembre, es posible que se consagre campeón mundial.

Eras un deportista calificado, campeón nacional infantil de bádminton. ¿Cómo tomaste el que te diagnosticaran, a los 14 años, un cáncer a los huesos?
Primero me sentí muy confundido. Era joven e ingenuo y, la verdad, no lo tomé tan mal como podría pensarse. Era hasta un poco optimista, pero poco a poco me fui dando cuenta de que lo que tenía era peligroso. En cuanto al deporte, tuve que dejar el bádminton de inmediato, pero yo tenía la esperanza de volver a practicarlo. Sin embargo, a la mitad de la quimioterapia me dijeron que esta no andaba bien y que me tenían que amputar la pierna. Eso sí me dolió pues también era atleta: corría 600, mil 500 y 5 mil metros. Y también tuve que dejar el baile, algo que me encanta y que he podido retomar: puedo bailar con la prótesis que uso.

Esos sí fueron días críticos…
Sí. Tuvimos que darles la noticia a mis hermanos, a mis amigos… y también estaba el tema del “qué dirán”. Era un adolescente, estaba en el colegio y superar esto no fue tan fácil. Pero el cariño de los que estaban más cerca de mí me ayudó a mantener el buen humor.

En lugar de derrotarte, te hiciste más fuerte…
Así fue. Repito, era un chiquillo ingenuo y optimista. Decidí tener una vida normal: mi cabeza estaba bien y mi cuerpo también. Nunca pasó por mi mente decir: “Por ser discapacitado me voy a esforzar menos, voy a dejar de hacer esto, y no voy a seguir intentándolo”.

Tu tratamiento no fue fácil…
Durante seis meses me hicieron una quimioterapia preoperativa. Luego tuve que dejar el colegio pues en Italia me ofrecían seguir un tratamiento más agresivo, que implicaba la amputación de mi pierna pero me salvaba la vida. No me derrumbé pues me dije: “¡Qué de malo puede tener una prótesis! Es algo original, algo distinto; no voy a tener mayor malestar”. Me operaron, me hicieron 11 meses más de quimioterapia y sus efectos secundarios fueron terribles. Alguna vez me sentí tan mal –con convulsiones y todo– que pensé que no iba a resistir. Regresé con una prótesis provisional y con muletas pero, felizmente, no perdí el año escolar… hasta hice la confirmación (ríe).

¿Cuándo regresaste al bádminton?
En la universidad tuve algunos acercamientos al bádminton y a otros deportes, pero por periodos cortos. Y justo me dijeron que existía el parabádminton, que es el bádminton de los discapacitados. Lo practicaban en Israel, en Malasia… países muy lejanos, pero poco después se organizó el primer campeonato panamericano del deporte. Me emocioné, renuncié a mi trabajo y me puse a entrenar. A una semana del campeonato se me rompió la prótesis (ríe). La arreglamos bien a la criolla y jugué el campeonato: quedé segundo. Mi ventaja estuvo en que había hecho el deporte de pequeño.

¿Cómo entrenas?
Con mis hermanos o amigos; no tengo entrenador, no tengo una rutina, me golpeo y, por eso, debo ser muy cuidadoso. Lo que sí hago para mantenerme en forma es nadar dos o tres veces por semana.

¿Cuánto te ha ayudado el deporte a tener una vida normal?
El deporte y el apoyo de mi familia me ayudaron mucho en el proceso de ‘destraumatización’ por haber perdido una pierna. Antes no podía salir en short, me daba roche; me encantaba el mar y dejé de ir a la playa. Los logros que obtuve en el deporte me ayudaron a quitarme los complejos. Con los años he perdido ese trauma porque, la verdad, tengo más cosas de las cuales sentirme orgulloso antes que estar avergonzado. Antes, mi prótesis tenía una cubierta que parecía piel; hoy uso una de aleación, que me parece superbonita, y cuando me saco el pantalón siento que uso un Mercedes Benz (risas).

Ahora participarás en el mundial de parabádminton…
En 2011 quedé tercero. Quería ser medallista en un mundial y ya lo logré. Ahora me toca ser campeón mundial. En la versión anterior me derrotó quien al final fue campeón, pero sé que, como estoy haciendo un entrenamiento muy serio y profesional, mis posibilidades del título son grandes. Nunca me he dejado vencer, y si pierdo en la final, sé que lo haré peleando.

Eres muy competitivo…
En la vida, a veces sí, a veces no; en el deporte, siempre (risas).

¿Alguien te apoya?
¿En el Estado? Nadie. Pero creo que un título como el mío debe enorgullecernos a los peruanos. Y mi otro objetivo es que la gente conozca y apoye los deportes para discapacitados. Lo que pretendo es crear una plataforma para decirles a las marcas que apoyar a atletas discapacitados vale la pena… y hasta es un negocio rentable.

AUTOFICHA

- Estudié en el Santa María. Siempre fui deportista. De los 6 hasta los 11 años hice natación. A los 10 años conocí el bádminton y, entonces, decidí cambiar de deporte.

- Integré la selección infantil de bádminton y salí campeón nacional de singles, dobles y mixtos. Estuve en sudamericanos y panamericanos.

- A los 14 años me diagnosticaron un cáncer al hueso. No lo tomé tan mal. Recién fui consciente de su gravedad cuando tuve que dejar de hacer deporte, de bailar.


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