03.MAY Viernes, 2024
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Opinión

En beneficio de la paz social, pero, sobre todo en beneficio del sistema nervioso –cercano a la histeria– de muchos de nuestros periodistas, creo que cualquier persona ligada al aparato gubernamental debería tener piadoso cuidado, en beneficio de mis sufridos colegas, a la hora de emitir una opinión.

Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com

Más, deberían borrar de su vocabulario cotidiano, quizá con el auxilio de un equipo psiquiátrico al servicio de la Patria, cualquier mención que pudiera evocar recuerdos del general Juan Velasco, palabras que alguna vez, inoportuna por cierto, hayan sido pronunciadas por el comandante Hugo Chávez, ideas que puedan recordar el comunismo, el socialismo, el indefinido populismo o cualquier otra mención a estas perversas desviaciones de la conducta humana que, como todo hombre bien nacido sabe es: trabajar mucho, cobrar poco, consumir todo lo que puedan y callar… sobre todo, callar.

Debemos recordarles también al pueblo que para la tropa, es decir, para el vulgo, la palabra es un don de Dios destinado a tratar temas de familia, temas futboleros y algunos asuntos de negocios en los que nada tengan que ver los verdaderos dueños de las palabras. No pronunciar, por ejemplo, la palabra Pampilla, sin luego agregarle un ‘Repsol o muerte’, o un ‘Repsol forever’ para los que prefieran el inglés. Incluso sugeriría a nuestras “caseritas” de los mercados no hacer política diciendo, como haciéndose las tontas, “llévelo, está bien maduro”. Podría pasar por allí un periodista y tener un inmerecido colapso nervioso. Seamos generosos, tolerantes y, en beneficio de estos héroes modernos, digamos solo aquello que no pueda herir sus sensibles oídos.


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