Este tipo de cáncer suele aparecer, con mucha frecuencia, en hombres cuyas edades oscilan entre los 15 y 35 años. Hace veinte o treinta años, recibir este diagnóstico era sinónimo de sentencia de muerte. Hoy, sin embargo, la tasa de curación es alta, siempre y cuando se detecte a tiempo y se sigan los tratamientos rigurosamente. ¿Cómo detectarlo? La verdad es que los síntomas son muy sutiles. Por ello, el autoexamen es uno de los primeros mecanismos para saber si hay algo malo. Es sencillo: el hombre debe desnudarse y palpar con las dos manos cada testículo. Si descubre que uno es más grande que el otro o que hay alguna superficie dura, lo aconsejable es buscar a un urólogo lo más pronto posible, a fin de averiguar a qué se debe tal anomalía.
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