Carlos Basombrío,Opina.21
cbasombrio@peru21.com
1.- La política. El descrédito de sus protagonistas e instituciones está llegando a niveles pocas veces imaginados; incluso para un país donde se piensa que ya no pueden ser peores. Gobierno, Congreso y Poder Judicial tienen su imagen en el suelo y, si bien a otras tres instituciones las hemos salvado por un pelo de ser destruidas en la repartija, siguen descabezadas. De su lado, ningún político logra tener mayor aprobación que desaprobación. Si esto sigue empeorando, podría pasar cualquier cosa. Nada es siempre una opción, pero también todo estaría en la baraja (ya que no en la repartija). ¿Tiene Humala ideas y reflejos para ayudar a revertirlo? Creo que no; más bien, él es parte del problema.
2.- La economía. Al igual que en el resto del mundo, pero también a consecuencia de un gobierno que no hizo mucho más que poner el piloto automático, la economía se desacelera y los que fueron datos espectaculares empiezan a ser mediocres. ¿Qué hace Humala para enfrentar el problema? Intenta recuperar la confianza de los inversionistas y destrabar proyectos atrapados en la maraña burocrática. Ojalá funcione.
3.- Lo social. La calle está movida; esta vez por conflictos laborales, sobre todo estatales. A médicos, enfermeras, y parece que pronto a los maestros, se suman los opositores al servicio civil y a la ley universitaria. Juntos le pueden dar sustento al ya esbozado paro nacional. Un manejo policial tan torpe como el reciente podría ocasionar males mayores.
4- La seguridad. Según dijo Humala –y pese a lo que todos creen–, ya se han hecho maravillas y vendrán muchas más. Pero mi escepticismo es intenso ya que no hay coherencia entre anuncios y medios. Peor aún, no hay coraje para ir a la raíz del problema, como el discurso del 28 lo prueba.
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