Princesa tenía 16 años cuando murió. Era una pequinesa negra, muy huraña y ‘enojona’ con los extraños, pero sumamente cariñosa y fiel con sus amos. Durante su vida, se mudó tres veces a diferentes ciudades con sus dueños. En una oportunidad se salvó de un distemper (enfermedad viral altamente contagiosa y peligrosa) gracias a los cuidados que le dio su ‘madre’ humana. Por eso, cuando partió, causó un gran dolor a su ‘familia’. ¿Qué hacer cuando esto ocurre? ¿Cómo conseguir que ese dolor se vaya? En opinión de la veterinaria Melisa Grisolle, lo más recomendable es rodearse de personas que comprendan esta profunda pena y mantenerse alejados de aquellos que minimizan este dolor con frases como: “No es para tanto”, “era solo un perro”. Otro de los consejos que brinda la especialista es que se compren una nueva mascota. La idea, según Grisolle, no es que esta reemplace a la anterior, sino que ayude a canalizar todo ese cariño que se tiene acumulado y que se lo brindábamos a nuestro can. Nuestros animalitos suelen convertirse en confidentes, amigos o, simplemente, compañeros. Por eso es que se genera ese vacío enorme, similar al que se experimenta cuando se pierde a un familiar, a algún amigo o, en general, a un ser querido. (Lea a Melisa Grisolle en el blog ‘Estación Veterinaria’ de Perú21).
TENGA EN CUENTA
- Lo peor que puedes hacer es tratar de contener la pena o el llanto por tan terrible pérdida. Comparte tu tristeza con amigos o con tu familia.
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