Juan José Garrido,La opinión del director
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Para muchos, la victoria del sábado en el Congreso en las manos del oficialismo ha sido una conquista pírrica; siendo la diferencia de tan solo dos votos, el mensaje tendría que ser claro: no cuentan con un cheque en blanco, y por lo tanto el gobierno debería sentarse a conversar con las otras bancadas en lo que queda del periodo. Es una forma de verlo, sin duda.
La otra es mirar al pasado, observar situaciones similares, el comportamiento posterior y, desde ahí, hacer un pronóstico basado en experiencia. Si así fuese, lo más probable es que, como el glotón, una vez engullido el bocado, lo importante es pasar al próximo.
Si de hechos concretos se trata, sería imprescindible regresar a los pormenores detrás de la aprobación del gabinete Cornejo. Recordemos. En primera votación, el gabinete no logró el voto de confianza por una sencilla (en verdad, compleja) razón: no existían muestras claras de independencia, por parte del gabinete, de las injerencias de la primera dama Nadine Heredia. Para lograr el apoyo en segunda votación, Palacio prometió independencia. Bueno, pues, ya sabemos que ello nunca llegó.
¿Cómo entender este comportamiento? ¿Bajo qué lógica se empecinan en acapararlo todo? Pues, de nuevo, bajo aquella que es compulsiva, insaciable (como muy bien la ha descrito César Hildebrandt), donde nada es suficiente y lo único coherente es tirar para adelante, sin consideraciones o contemplaciones, de fondo (institucionales) o de forma.
Imagino que para muchos esto tendrá algún límite y ya pronto veremos a la Sra. Heredia calmada, repuesta y en control de sus pasiones. No somos tan optimistas, ni siquiera escépticos. Mayor poder incita –por naturaleza– al deseo de mayor control, el cual requiere –para ser efectivo– mayor poder… y así ad infinítum. Y es que no pueden existir ambiciones de mayor concentración del poder sin denostación de las instituciones; y para que exista apetito ilimitado por mayor poder, existe, como precondición, desinterés, apatía, menosprecio por las instituciones.
Cierto, no tenemos una historia en el plano institucional de la cual jactarnos. Ese es el punto. Vamos en círculos.
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