Guillermo Giacosa,Opina.21
ggiacosa@peru21.com
Sorprende, a quienes no compartimos pero respetamos su cosmovisión, comprobar la cantidad de elementos mágicos que concurren a ella (mágico es aquello que no se puede justificar con la razón). Posiblemente todos, sin ser conscientes, manejemos elementos de cuya racionalidad podría dudarse. Necesitamos respuestas y solemos racionalizar, es decir acomodar la realidad a nuestro pensamiento para que este sea –o parezca al menos– coherente. Discutir sobre esos temas me parecería absurdo desde una columna de periódico. Las creencias, creencias son y mientras no afecten las libertades de los otros cada cual tiene derecho a las suyas. Me sorprendió, eso sí, la declaración de Altuve en la que dice “a estos señores laicos y seculares que caminan hacia una sociedad incrédula les preocupa enormemente lo que pasa con la Iglesia Católica. Si no son creyentes ¡qué les importa!”. Te aseguro, Fernán, que no pretendemos una sociedad incrédula, pretendemos una sociedad que promueva y afirme valores que dignifiquen la condición humana. Ese simple hecho trasciende de nosotros mismos. Trascender no es solo pasar de una vida a otra, es dejar un legado que haga más digna la vida de quienes nos sucederán.
Finalmente, cómo no ha de interesarnos lo que ocurre en la Iglesia Católica cuando su mitología está profundamente arraigada en gran parte de la población y, además, actúa, sin reparos en temas políticos que no le conciernen y económicos que le convienen. Es un actor social de peso y, por tanto, a nadie, con sensatez, le puede ser indiferente lo que ocurre en su interior.
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