Gianella Neyra,Actriz
GONZALO PAJARES
gpajares@peru21.com
La bella Gianella Neyra es una de las protagonistas de TOC*TOC, la muy divertida comedia que versa sobre los Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC) de seis personas que, después de compartir una tarde, “empiezan a quererse más, a vivir con sus problemas y a sentirse normales por primera vez. Y la gente se identifica con la obra porque todos reconocemos que no somos perfecto”, nos dice Gianella. TOC*TOC se repone este 31 de agosto y 1 de setiembre en el Teatro Municipal de Piura.
Haciendo TOC*TOC, ¿descubriste si tienes algún problemilla?
(Ríe). Manías tenemos todos. ¿Mis manías? Bueno, como mi personaje en la obra siempre tengo un gel desinfectante en la mano. Más que manías tengo rituales: mi hora de desayuno no me la quita nadie, si tengo que levantarme más temprano para desayunar tranquila, lo hago. No es una cosa elaborada, es solo el rito, la ceremonia de darme tiempo para mí.
Tengo una amiga que solo se activa si toma una taza de café…
Me pasa lo mismo. Cuando era chibola, no pronunciaba palabra durante el desayuno, pues no terminaba de despertarme. Era malhumorada, a esa hora prefería que nadie me hablara, pero todo cambiaba después del desayuno.
¿Qué te activa?
Como tengo el sueño muy pesado, me gusta despertarme de a pocos. Soy nocturna, pero una vez que me duermo soy una piedra. Bueno, mi hijo sí puede despertarme, pero ahora que ya está grande, lo atiendo y, luego, me vuelvo a dormir (ríe)
¿Qué tan ordenada eres?
No soy una enferma del orden, pero lo soy. Me gustan los espacios libres, pero también encontrarás en mi casa una ruma de ropa con aquella que me puse una vez pero no me atrevo a lavar porque me la volveré a poner (ríe).
¿Cómo mantienes el orden con un niño de cinco años en casa?
Salvador, mi hijo, ya sabe que hay espacios donde no se juega. Es importante que sepa que hay lugares que se tienen que respetar, que todo tiene su lugar.
¿Eres una mamá dedicada?
Sí, trato de que Salvador tenga su horario, su orden, etcétera. El orden es muy importante, claro, sin llegar a frustrarlo: lo importante es que el niño se sienta seguro.
¿Eres una mamá divertida, juguetona?
Sí, aunque físicamente no llego al nivel de Salvador, quien vive enchufado a 220: me canso solo con verlo saltar (ríe). Me gusta leerle cuentos, conversarle y creer que eso lo va a ayudar mañana a expresarse mejor; me gusta sentir que estoy enseñándole a compartir sus emociones, a dialogar.
¿Va a verte al teatro?
Sí. Cuando era más chiquito y me veía en la televisión, le hablaba a la pantalla, y como la imagen de la tele no le contestaba, se frustraba y empezaba a llorar. Allí me dije que tenía que explicarle el tema: prohibí que viera los programas donde yo salía a menos que yo estuviera allí para explicarle lo que pasaba. Y luego lo llevé a los estudios de televisión, al teatro, y hoy cuando me ve salir me dice: “Mamá, ¿hoy trabajas en la tele, en el teatro o en Oeschle? (risas). Mamá, siempre trabajas de noche, ¡qué aburrido!”.
Dentro de todo, es un buen trabajo: te permite estar de día en casa, con tu hijo…
Es verdad. Me pareció que no era justo que me matase trabajando y que, por ello, no viera a mi hijo. Me encanta mi trabajo, me divierte, me apasiona, amo lo que hago: si lo dejo, me muero. Pero me he sabido ganar este tiempo, pues la actuación es un trabajo vertiginoso y desordenado. Por eso, muchas veces tomamos lo que se nos presenta, por el miedo de que mañana no haya nada por hacer; siempre vivimos con nervios porque las temporadas son cortitas y no sabemos si después tendremos trabajo. Sin embargo, nada se compara al placer de ver crecer a tu hijo, entonces, hay que sacrificarse.
Estás enamorada de tu hijo…
Sí, qué te puedo decir, como toda madre, pero eso no significa que quiera ser solamente madre. No, yo disfruto mi trabajo. Sería maravilloso –y más simple– ser solo madre, pero la realidad impone otras cosas. Amo que mi hijo me vea activa, que conozca mis otras pasiones y poder inculcarle aquellas que le sirvan como ejemplo.
Trabajaste en Argentina y volviste. ¿Te quedas aquí ya?
Es curioso, pero nació Salvador y apareció en mí la necesidad de asentarme, de que mi hijo crezca con referentes, así como me pasó a mí: tener un barrio, una calle, unos amigos, unos ritos, pues esto es lo que te da identidad. Antes vivíamos de avión en avión, cambiaba de niñera, amigos y escenario todo el tiempo. Además, Lima ha crecido mucho, está muy bonita, la vida cultural se ha ampliado y no solo hay trabajo en el mundo del arte, sino que es de calidad ¡y yo quería ser parte de él! (ríe). Ahora tengo la posibilidad de elegir lo que quiero hacer y, mientras eso suceda, aquí estaré.
¿Cómo está Christian Rivero?
(Risas). Me gusta que siempre me preguntes eso (risas).
AUTOFICHA
- Argentina es un lugar alucinante. Trabajé allí y me fui bien, conocí gente bacán y me hicieron sentir como en casa, pero tu país es tu país, lo extrañaba como no imaginé.
- Cuando sales de tu país grande, no terminas siendo ni de aquí ni de allá, te metes en el ‘limbo del inmigrante’, algo que no es agradable.
- El éxito de TOC*TOC es impresionante: la pusimos, la repusimos, la llevamos a Lima Norte y, ahora, a provincias. Es muy divertida, sencilla y está muy bien escrita.
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