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Este 2016 con ínfulas de asesino serial nos arrebató a nuestra princesa

“Nos arrebataron a nuestra princesa, a nuestra heroína en la ficción y en la vida real”, dice la abogada y fan Fátima Toche.

Carrie Fisher como Leia Organa en 'Star Wars: Una Nueva Esperanza' (Disney)
Carrie Fisher como Leia Organa en 'Star Wars: Una Nueva Esperanza' (Disney)

Por Fátima Toche / @fatimatv

“Ahogada a la luz de la luna, ahorcada por su propio sostén”, ese fue el obituario que Carrie Fisher pensó para sí misma a propósito de una anécdota en la cual George Lucas le prohibió usar ropa interior debajo del traje de la Princesa Leia, aduciendo que en el espacio la falta de gravedad podría hacer que esta la terminara matando.

Hubiéramos querido traer a la memoria esta frase en muchos años más, pero este 2016 con ínfulas de asesino serial nos arrebató a nuestra princesa. A nuestra heroína en la ficción y en la vida real.

La vida de Carrie Fisher fue dual en muchos sentidos, por ser Leia y Carrie a la vez, por ser actriz y escritora y por su trastorno bipolar. En este sentido homenaje trataremos de abordar estas facetas.

Princesa Leia Organa


Para 1977, año en que se estrenó Star Wars: A New Hope, eran pocas las mujeres protagonistas de películas de acción o ciencia ficción. En general, eran pocas las figuras femeninas fuertes a las cuales niñas y adolescentes pudieran admirar e imitar.

Fue en ese contexto que apareció Leia para romper estereotipos. Una princesa respondona y rebelde que, contrariamente a la narrativa tradicional, es segura de sí misma y termina rescatando a sus propios rescatistas.

En esta primera entrega de saga ya la vemos ostentado un cargo diplomático y liderando la Alianza Rebelde y no por alguna cuestión circunstancial —como alguna revancha amorosa o familiar, o porque alguien más la puso en esa situación—, sino por la convicción personal de que el régimen totalitario del Imperio era un peligro para la galaxia y para su querido Alderaan, el planeta que vio estallar ante sus propios ojos sin que eso mellará en un ápice su determinación.

En El Imperio Contraataca consolidó su liderazgo militar carismático en medio de una cacería galáctica en la que el Imperio no escatimaba recursos para derrotarla. Y como para demostrar que los convencionalismos no iban con ella, no elige al chico bueno sino al pillo, al caza recompensas que decidió unirse a su lucha ya quien tiene que ver petrificado en carbonita en un nuevo e infructuoso intento de quebrarla.

El Regreso del Jedi, nos trae de vuelta a una Leia aparentemente derrotada, vestida en con un polémico bikini y convertida en una esclava sexual de Jabba The Hutt. Una derrota simbólica también, puesto que la sexualización de la princesa parecía ser una marcha atrás en la disruptiva construcción de su personaje.

Sin embargo, en medio de la adversidad y con la ayuda de sus amigos, consiguió matar a su captor,con las mismas cadenas que la tenían cautiva. Un simbolismo que se nos antoja más actual que nunca: nuestra heroína, fuerte y decidida, rompe sus propias ataduras y las usa para aniquilar al único ser que la sometió y obligó a ser algo que no quería.

La última vez que la vimos, en El Despertar de la Fuerza, las batallas de Leia eran otras. Convertida en General de la Resistencia, su rostro nos muestra la dureza y dolor de alguien que a esas alturas lo ha perdido todo: un planeta, un hijo absorbido por el Lado Oscuro de la Fuerza, un hermano sin paradero conocido, muchas batallas y al caradura que amó toda la vida.

Esto nos muestra la determinación de Leia. Mientras que todos a su alrededor abandonaron la nave y la causa, ella sigue firme en sus convicciones sin importar qué. Es una luchadora a carta cabal, una sobreviviente. Ella fue todo el tiempo la esperanza de la galaxia.

Leia, inspiró a muchas niñas, entre las que me incluyo, a romper estereotipos y barreras, a luchar por lo que creemos, a ser seguras de nosotras mismas y a arrebatarle a la realidad, por más dura que sea, el espacio que necesitamos para cumplir con nuestros objetivos. A ser siempre líderes, nunca damiselas en apuros.

Carrie Fisher


Si la vida de Leia fue fascinante –aún sin contar lo que nos reserva el Episodio VIII, cuyas escenas rodó en su totalidad-, la de Carrie Fisher lo fue aún más.

Hija de la inolvidable Debbie Reynolds y el cantante Eddie Fisher, su paso al mundo de la actuación fue natural. Los mejores años de su carrera actoral estuvieron ligados siempre a Leia —un papel por el que enfrentó y derrotó a nombres mayores como Sissy Spacek, Farrah Fawcett, Glenn Close, Jessica Lange, Meryl Streep, Sigourney Weaver, Cybill Shepherd, Jane Seymour, Anjelica Huston, Kim Basinger, Kathleen Turner y Geena Davis—, y la fama que le granjeó vino de la mano con su progresivo hundimiento en el alcohol y las drogas.

Cuando empezaba a recomponerse y mantenerse sobria, su carrera actoral estaba estancada pese a haber tenido pequeños papeles en Hannah y sus Hermanas y Cuando Harry Conoció a Sally, entre otras. Además, a los 29 años fue diagnosticada de trastorno bipolar, lo cual afectaba su vida profesional y su esfera emocional. Sin embargo, tan o más luchadora que Leia, Carrie se reinventó y descubrió una nueva pasión que le permitió exorcizar sus demonios: la escritura.

Fisher escribió ‘Postales desde el filo’, una novela con tintes autobiográficos que luego fue llevada al cine, con guión adaptado por ella misma. También escribió las novelas ‘Delirios de la abuela’, ‘Lo más horrible existe’ y las obras de no ficción ‘Wishful Drinking’ y ‘Shockaholic’, así como los guiones de las películas These Old Broads (2001) y E-Girl (2007).

Su último libro fue ‘The Princess Diarist’, publicado el año pasado en el cual revela en tono de humor anécdotas de sus vivencias en el rodaje de Star Wars.

Su talento para las letras la llevó a convertirse en una reputada script doctor, es decir editora de guiones para cine y televisión. Una labor que empezó puliendo, los diálogos de la propia Star Wars y que la llevó a reescribir íntegramente los guiones de Hook, Arma Mortal 3, Sister Act, y The Wedding Singer, entre otras.

Carrie Fisher, como activista, le dio voz a las personas con trastorno bipolar y otras enfermedades mentales, poniendo el tema constantemente en un debate público del que es continuamente desterrado. También apostó por el activismo feminista, muy a su estilo irónico, haciendo ácidas críticas en redes sociales sobre el rol de la mujer en el cine y los estándares que la sociedad nos impone.

Cabe recordar las miserables críticas de las que Carrie Fisher fue objeto por su apariencia física en El Despertar de la Fuerza.

La habilidad de Carrie Fisher para burlarse de sí misma y su determinación, deben haber sido uno de sus principales armas para recomponerse de la adversidad y enfrentar la vida. Muestra de ello es su unipersonal Wishful Drinking, basado en su libro del mismo nombre.

La muerte temprana de Carrie Fisher nos deja un enorme vacío, no solo a los fans de Star Wars, sino a quienes admiramos a las mujeres luchadoras y libres.

Siempre la recordaremos haciéndole frente la vida con el dedo medio levantado, como tanto le gustaba posar, y dueña de sí, de sus excesos, de sus excentricidades, de sus afectos y del cariño inmenso de sus fans.

Hoy, al igual que Gary —el adorado perro de ayuda que sirvió de sosiego a sus momentos de angustia—, solo nos queda esperar al pie de la puerta que el celuloide nos la traiga de vuelta en la próxima entrega de Star Wars y nos permita darle el adiós que una rebelde de su categoría merece.

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