Entre el 2000 y el 2012, el Producto Bruto Interno (PBI) per cápita de América Latina y el Caribe creció de manera sostenida a una tasa promedio de 2.5% anual.
El coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, en materia de ingreso per cápita, bajó de 0.57 en el 2000 a 0.52 en el 2012, lo que implica una mejora en la distribución de la riqueza, según un estudio del Banco Mundial (BM).
De otro lado, la pobreza disminuyó de 41.6% en 2003 a 25.53% en 2012 y la pobreza extrema pasó de 24.5% a 12.3%. Así, 70 millones de personas dejaron esta condición.
También destaca el surgimiento de una amplia clase media, la cual aumentó de 23% de la población en el 2003 a 34% en el 2012.
Pese a estos logros, la mayoría de personas que salieron de la pobreza ingresó a una categoría vulnerable. Es decir, aún permanece en riesgo de volver a caer en la misma condición y que se haga crónica.
Así, uno de cada cinco latinoamericanos, alrededor de 130 millones de personas, vive en condiciones de pobreza al subsistir con menos de US$4 al día a lo largo de sus vidas, de acuerdo al informe del BM.
DISEÑO DE POLÍTICAS
Los gobiernos no solo deben priorizar el acceso a servicios básicos y el desarrollo de empleos adecuados, sino que las políticas deben tener en cuenta que los pobres crónicos no cuentan con motivaciones aspiracionales.
Si esto no se aborda, se corre el riesgo de que los programas sociales no logren su objetivo, que los beneficiarios y sus hijos logren salir de la condición de pobres.
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