Si el Congreso de Estados Unidos no se apura y aprueba el aumento del techo de la deuda antes del plazo límite de mediados de mes, el país y hasta el mundo podrían verse arrastrados a una crisis similar o incluso peor que la de 2008, advirtió hoy el secretario del Tesoro norteamericano, Jack Lew.
“Posponer el aumento del techo de la deuda hasta el último minuto es exactamente lo que nuestra economía no necesita, una herida autoinflingida que dañará a familias y negocios”, dijo Lew.
“Nuestro país ha trabajado duro para recuperarse de la crisis financiera de 2008 y el Congreso debe actuar ahora para elevar el techo de la deuda antes de que la recuperación se ponga en riesgo”, subrayó al presentar hoy un informe sobre el “Efecto potencial de una política arriesgada ante el techo de la deuda”.
Dicho informe advierte de que un “default” por un fracaso a la hora de elevar el techo de la deuda no solo carece de precedentes, sino que “tiene el potencial de ser catastrófico”.
Entre las consecuencias posibles: la congelación de los mercados crediticios y una “caída en picado” del dólar mientras que las tasas de interés estadounidenses se “dispararían”, lo que “potencialmente resultaría en una crisis financiera y recesión que podría repetir los acontecimientos de 2008 o peor”.
Unos efectos, además, que tendrían un alcance mucho más allá de las fronteras estadounidenses: dado que el dólar y sus bonos del Tesoro están en el “núcleo” del sistema finaciero internacional, “en el caso catastrófico de que un impasse en el límite de la deuda llevara a un default, los mercados financieros se verían sacudidos hasta la médula, como sucedió a finales de 2008, lo que resultó en una recesión peor que ninguna otra desde la Gran Depresión” de comienzos del siglo XX.
La amenaza de entrar en impagos no es además nueva. Ya en 2011 el país estuvo a punto del default, con consecuencias, recordó hoy Lew, que incluso, aunque finalmente se superó la amenaza, provocaron un estrés en los mercados financieros que “persistió durante muchos meses”.
La advertencia del Departamento del Tesoro pone más presión aún a un Congreso estadounidense en pleno impasse por la disputa presupuestaria –con el trasfondo de la pelea por la reforma sanitaria del presidente, Barack Obama– que ha llevado al país a iniciar hoy su tercer día de cierre administrativo del gobierno.
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