Carlos Bernuy Flores
cbernuy@peru21.com
Al hincha no le vas a decir lo que no quiere escuchar o le vas a dar algo que no quiere leer. Porque es hincha, porque el hincha suele responsabilizar a todos, menos a los verdaderos responsables. Por una parte, el aficionado peruano es admirable: se amanece por una entrada, junta dinero para un pasaje al estadio, puede cantar fuera de la Videna y aplaudir cada vez que un auto –con o sin futbolista dentro– deja el recinto. Pero, por otra parte, ser hincha también ciega.
Una persona ingresó al campo a reclamarle al juez Patricio Loustau por lo que él consideró un ‘robo’ en el duelo con Uruguay. Las opiniones se respetan, pero también hay que decir tres cosas: primero, que eso podría ir en contra de la misma selección, porque la falta de seguridad para que un aficionado cualquiera tenga acceso al campo podría ser sancionada por Conmebol. Un castigo para esta o la siguiente Eliminatoria.
Segundo, ¿qué se le va a reclamar al juez?. El golpe a Paolo Guerrero, afirman muchos. Los uruguayos juegan al límite y golpean con pelota en movimiento y se sabía que al atacante peruano lo iban a buscar. El codazo a Farfán: bien sancionado con tarjeta amarilla. ¿El penal de Ramos? Una idiotez del defensa nacional, cuyo primer error fue dejar girar a Luis Suárez. Después no hubo otra jugada, no hubo un penal que exigirle a favor, y si Luis Suárez generó tiros libres fue por la poca técnica de la zaga nacional para arrebatarle una pelota.
¿La expulsión a Yotún? No sabe acaso el lateral nacional que arrojarle al pelota al rival, a la vista del árbitro, es una acción que puede ocasionarle una tarjeta roja. Tercero, no hay que olvidar, a pesar de ser hincha, que Loustau dejó seguir una jugada a los 12 minutos, cuando en franca posición adelantada Pizarro disparó al arco de Muslera. Luego, en el segundo tiempo, el juez no sancionó un claro penal de Fernández sobre Edinson Cavani y luego otra jugada similar donde el jugador del Nápoli cae producto de una falta realizada por un peruano.
El hincha puede decir “Perú jugó muy bien, el árbitro mató el sueño”. Memoria. El sueño pudo haber muerto cuando no marcamos a James Rodríguez y Colombia nos ganó en Lima. El sueño pudo haber fallecido cuando parecimos principiantes en un tiro libre y Paraguay nos ganó en Asunción. El sueño pudo haber desaparecido cuando en Quito no creamos una sola situación de gol o cuando en Chile entramos desconcentrados.
Hay que entender que los verdaderos responsables de este desastre encuentran tranquilidad cuando el hincha culpa al árbitro de no ir a un Mundial. Y las cosas no son así. Piénsalo.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.