Carlos Bernuy Flores
cbernuy@peru21.com
Hasta ahora no comprendo de qué se reía Sergio Markarián cuando expulsaron a Yotún. ¿De la estupidez de un jugador nervioso? ¿Del futuro que vio venir y no pudo contrarrestar? ¿De que sabía que muchos, incluido él, culparían al árbitro del resultado? Nadie pudo estar en la cabeza del técnico de la selección. Nadie pudo estar en la cabeza de los jugadores de la selección porque todos estuvimos pensando más en poner nuestro corazón para alentar.
Ganarle a Uruguay no era tarea sencilla, eso se sabía. Pero muchas veces todo empieza por cómo se rodea un ambiente eliminatorio. La selección concentra en la Videna, y se piensa que ponerle música criolla o invitar a bailar a los seleccionados va a darles valor y temple. ¿Cábala? A Ecuador le ganamos por una inspiración de Pizarro, y vencimos a Chile porque el árbitro respaldó con sus cobros la buena suerte que alguna vez nos tenía que tocar.
La selección concentra en la Videna y, en el colmo de la ridiculez, se deja entrar a protagonistas de una serie de televisión para que se tomen fotos y luego las suban a las redes sociales. Entonces también debieran dejar entrar a los que se comen la lluvia fuera de la Videna porque creen en los que están dentro de la Videna. Desde allí, Perú empieza mal, empieza con ideas poco serias para un tema serio. ¿O usted cree que Uruguay antes de jugar con Perú se reunió con artistas?
Ya en la cancha, tampoco manejamos nada. Christian Ramos ya debía tener enmarcada la lista de convocados donde aparece su nombre para encima darle titularidad. Nervioso, sin orden, sin técnica, sin conocimiento de que golpear en el área es penal. En tanto, Yoshimar Yotún pensó que estaba jugando en el barrio para cometer la tontería de arrojarle la pelota al rival y luego querer pararlo a la fuerza.
Luis Advíncula piensa que jugar es correr y correr. Más adelante, sabemos que Rinaldo Cruzado es lento, y da pocos pases buenos. Pero si da uno bueno, ¿cómo es posible que Luis Ramírez falle ante el arco? El volante tiene suerte de jugar en Brasil. ¿Ballón? Si ya había hecho pésimo partido en Colombia, lo repitió en Lima. Adelante, Pizarro volvió a ser el que yerra goles claves y Guerrero el jugador ausente cada vez que lo golpean. Así es difícil, porque en una Eliminatoria te van a pegar.
Farfán se salva un poco por el gol, aunque si fuera más constante los 90 minutos, quizás no estaría jugando en el Schalke 04. Finalmente, Markarián. El de la sonrisa. El que no tuvo el control del mediocampo cuando hacerlo era fundamental. El que no les dijo a sus jugadores (o estos no le hicieron caso) que había que aguantar los golpes y no responder. El técnico que sonrió cuando expulsaron a Yotún y metió a Vargas para que este demuestre que le pagamos un viaje desde Italia sin motivo.
Hasta que nuestros jugadores no ganen una guerra, sus pocas batallas momentáneas para efímeras portadas serán solo eso. La del viernes por la noche fue una guerra y la perdimos. Nada para sonreír, porque solo deben sonreír los que irán al Mundial. Y no pertenecemos a ese grupo porque no lo merecemos.
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