En el cosmopolita y desordenado Cusco de nuestros días, es común que muchos intenten pasar gato por libre: casi siempre se presentan como creación original obras que resultan superfluas, copias cansinas de un arte que ya fue.
Sin embargo, también hay artistas de verdad, creadores que, una vez encontrados un estilo y una técnica, se siguen desafiando, creando. Uno de ellos es el ceramista Tater Camilo Vera, quien en el hermoso barrio de San Blas tiene una tienda que resalta sobre las demás por la belleza de sus creaciones. Por eso lo buscamos, para conocer al creador del “Caballito de colores”, pieza por la que el año pasado la Unesco le hizo un “reconocimiento a la excelencia”.
VIDA Y OBRA
“Provengo de una familia de artistas. Mi abuelo fue Rafael ‘El Trompo’ Vera, muralista, músico y fundador del Centro Qosqo de Arte Nativo. Camilo Vera, mi padre, integró el grupo Los Hermanos Vera, declarado Patrimonio del Cusco, y cultor de la música criolla y vernacular. Mi madre fue una magnífica coleccionista de arte popular. Tengo el arte en la sangre”, nos dice Tater en su taller ubicado en las afueras del Cusco.
Pero Vera no se dedicó al arte desde pequeño: se sumergió en el mundo de la cerámica vidriada, técnica que cultiva, desde 1991, cuando ya tenía 27 años. “Mi mamá hizo un remate de piezas de cerámica vidriada de su colección y me dio una nostalgia inmensa. Como una manera de ‘recuperar’ estas piezas, decidí estudiar esta técnica que estaba un tanto olvidada. Viajé a Puno, a Pucará, donde encontré los famosos toritos. Allí ubique al maestro Torres, quien aún usaba el verde jade, derivado del óxido de cobre, para colorear la integridad de sus piezas, algo que ya no se hacía. Fue entonces que decidí trabajar en esta técnica”.
Han pasado 24 años desde esa vez y los avances de Vera son notables. Él no solo utiliza el verde: sus piezas pueden ser multicolores, pero también tiene series azules, marrones, blancas y más. Y así como se ha vuelto multicolor, también su universo ha crecido: de los toritos pasó a los hermosos caballos de colores; y de los arrieros a los santos; y de las plantas a las flores; y a una iconografía tan grande como su talento. Sus platos, sobre todo los de su “serie azul”, son arte puro; sus jarrones, maestría total, y sus fuentes sirven para colorear la vida. Así de poderoso es su influjo.
Hoy sus piezas se venden en hoteles de lujo y en renombradas galerías dedicadas al arte popular. Además, es constante invitado, representando al Perú, en eventos y ferias internacionales como la de Bogotá, la Guadalajara y otras.
La Unesco ya reconoció su talento, quizás sea el momento de que nosotros, los peruanos, le prestemos más atención al notable trabajo de este artista.
TENGA EN CUENTA
Tater Vera
- Dirección: Calle Soytuqhatu 705, San Blas, Cusco.
- Abre: De L a D, de 10 a.m. a 2 p.m. y de 4 p.m. a 8 p.m.
- Teléfono: (O 84) 506-228.
- En Lima: Av. La Paz 551, Miraflores.
- Celular: 999-691-029.
Por: Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)
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