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Señor de Los Milagros: 'Reina del turrón' lleva 68 años vendiendo tradicional dulce

Doña Isabel no siempre tuvo un techo para despachar los pedidos. Ella Empezó siendo ambulante, empujando una carreta tan blanca como su uniforme.

Señor de Los Milagros: 'Reina del turrón' lleva 68 años vendiendo tradicional dulce.
Señor de Los Milagros: 'Reina del turrón' lleva 68 años vendiendo tradicional dulce.

Isabel Gutiérrez (87) se para frente a la cámara mientras un pequeño grupo de curiosos se apiña en la entrada de su modesto local para observarla.

“Sonría, doña”, pide alguien y ella no hace caso. “No hay de qué reírse”, responde con seriedad, pero sin amargura. Lleva 68 años vendiendo turrón, el postre de capas que abarrota a Lima en octubre. Sabe que la dulzura no es lo único que importa en esta vida.

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La ciudad que encontró cuando llegó de su natal Orcotuna (Huancayo) era muy distinta a la que ahora nos rodea. “Ahora somos muchos, un montón somos”, dice en referencia a los millones de personas que existen fuera de estas cuatro paredes. Todo cambia, excepto su tienda, que, fiel reflejo de quien la habita, se mantiene imperturbable por dentro.

LA REINA EN SU TRONO
Doña Isabel no siempre tuvo un techo para despachar los pedidos. Empezó siendo ambulante, empujando una carreta tan blanca como su uniforme por la avenida Tacna. Solo vendía cuando el Señor de los Milagros paseaba por las calles. Eran 4 días de intensa venta porque la mercadería se tenía que acabar. Cuando el Cristo Morado desaparecía de las calles, ella hacía lo mismo.

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Eran años de humillaciones, recuerda. Una vez, ya formalizada, un policía municipal amenazó con quitarle su permiso si es que no dejaba su esquina. Fue un ataque dirigido: sus ventas eran buenas y otro vendedor tomó posesión del espacio queriendo usurpar la ganancia. Recuerda su nombre, pero prefiere no decirlo. Solo precisa que el cambio —contra todo pronóstico— le benefició.

El éxito demoró en llegar. Es devota, pero no mezcla sus creencias con el trabajo. “Lo único que pedía era salud”, confiesa. Su arma más fuerte en esta ciudad ha sido la perseverancia, aquella que la llevó a perfeccionar su fórmula, de la cual alguna vez dudó.

Cuando uno se para en la puerta de su reinado, se nota que las estaciones han pasado. Eso sí: el tiempo encima no importa, ella aún se mantiene de pie (aunque dice que ahora, más que antes, prefiera estar sentada).


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