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Néstor Hidalgo: “Una buena campaña depende de los que están detrás de ella”

Él es chofer de uno de los candidatos presidenciales actuales y sabe que es parte importante del equipo.

(Anthony Niño de Guzmán)
(Anthony Niño de Guzmán)

En un mitin realizado en la zona de Cinco Esquinas, en Barrios Altos, Néstor Hidalgo (67) se encuentra frente a frente con su actual jefe desde hace 26 años. En estos momentos, su jefe sigue tratando de lograr ser el presidente del Perú, aunque los números no lo acompañen. El candidato solicitaba un chofer que supiera manejar armas. Néstor ya tenía experiencia en ambas cosas y había sido recomendado por amigos del postulante. Fue en ese contexto donde le presentan al candidato y este, sin mucho que hablar, por el apuro del mitin, alcanzó a decirle que quería verlo en su despacho al día siguiente.

En los noventa, el equipo de campaña de ese entonces lo bautizó como ‘Sombrita’ porque era la sombra del candidato, lo acompañaba de arriba abajo, de San Juan de Lurigancho a San Juan de Miraflores en plena época de terrorismo. Nestor no perdía de vista a su jefe. Era su trabajo y lo cumplía a cabalidad. Hoy, él se considera el hombre más cercano al candidato para el que trabaja, y esto es básicamente por los años en los que trabajan juntos. Su día empieza con un despertador –que suele ser su teléfono– que lo marca la agenda de su jefe. Si lo necesita a las 6 a.m., Néstor debe ir desde San Martín de Porres, donde vive, tomando un par de líneas de colectivo, hasta La Molina, donde vive el candidato para el que trabaja. Después de un ir y venir que dura todo el día, puede descansar un poco. “Algunas veces el trabajo se alarga hasta las dos de la mañana”, dice Néstor con la emoción de quien disfruta su trabajo.

Tiene siete hijos: los tres últimos hijos están en Estados Unidos, su hija ganó un sorteo de visas y se llevó a la familia para el país del norte. Él es el único que está en Lima. Él y su madre de 91 años, a quien visita seguido, y es que los recuerdos de su infancia lo marcaron para ser esa persona de confianza que un político necesita.

Personajes como Néstor, que viven el día a día tras las campañas, también tienen sueños políticos y es que el partido al que apoya llegue a la presidencia. Sin embargo, hay un sueño que sobrepasa cualquier trabajo y cualquier ideología política: “Mi sueño es reunirme con mi familia”. Su voz se resquebraja y cae una lágrima. La potencia de los sueños nos puede llevar a ser presidentes o a reunirnos con nuestros seres queridos. Lo importante es no dejar de soñar.


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