Apellidarse Allende es complicado. Ya sea en la época de la dictadura pinochetista, en el inicio de la democracia o incluso hoy, porque ello está estrechamente vinculado a una etapa de la historia chilena que muchos recuerdan con dolor.
Cuando murió el presidente chileno Salvador Allende, Marcia Tambutti Allende, su nieta, tenía un año y diez meses. Para ella siempre fue el mandatario más que su abuelo. No tenía álbumes familiares. Lo único que oía de él era en actividades públicas, homenajes de conmemoración o en temas relacionados al atropello de derechos humanos. “Mi abuelo le pertenecía a todo el mundo y a mí, pero no como abuelo, sino como figura de consecuencia, de democracia”, nos dice Tambutti, quien llegó a Lima para presentar su documental Allende, mi abuelo Allende en el Festival de Cine de Lima.
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INTIMIDAD
El filme se enfoca en las imágenes y memorias de la vida cotidiana opacadas por el golpe y la trascendencia de su abuelo.
El documental también refleja la historia de muchas familias en Chile. Finalmente, es la narración de una nieta buscando a su abuelo. “Cuando no tocas ciertos temas, los dolores quedan más intactos. Hablar de ellos hace bien, así como acordarte de los momentos increíbles que pasaste. Eso es algo que recuperamos con mi mamá, quien inicialmente no quería hablar del tema, pero luego me agradeció que haya pasado y está contenta con mi perseverancia”, explica.
¿Se puede superar la muerte de alguien? “Yo creo que tenemos que aprender a vivir con las muertes de las personas que queremos, porque la muerte es parte de la vida”, responde Marcia. Cuarenta años después, ella superó la muerte de su abuelo Allende y lo recuperó gracias al documental, su ópera prima.
Por: Mijail Palacios Yábar (mpalacios@peru21.com)
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