Alvaro Treneman
El Día Internacional del Zurdo se celebra todos los 13 de agosto de cada año para sensibilizar sobre las dificultades que tienen los zurdos, derivadas de vivir en un mundo diseñado para diestros.
Hasta hace algunas décadas, ser zurdo era considerado de mala suerte, un mal comportamiento que era corregido de formas inimaginables, desde amarrar esa mano hasta mantenerla inutilizada y encerrada en una caja de madera.
Vivir en un mundo diseñado para diestros ha sido una pequeña lucha ignorada por muchos. Cuando era muy pequeño y aprendía a escribir, causé las risas de mis compañeros porque las primeras palabras que dibujé en un papel con mi inexperta mano derecha fueron ‘papá’ y mamá’, pero por alguna razón las escribí al revés, es decir: ‘apap’ y ‘amam’. Seguramente por tratar de hacer caso a las indicaciones de alguna estricta profesora que me obligaba a usar esa mano.
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Una de las etapas, quizá, de mayor dificultad para un zurdo es la etapa escolar, encontrar una carpeta para los de ‘mi tipo’ en algún colegio de Lima fue una misión casi imposible. En mi caso tuvieron que hacer un pedido especial al director del colegio, entonces la institución educativa adquirió unas tres carpetas modificadas, sin realmente censar la cantidad de niños zurdos del colegio que las necesitaban.
Cortar con tijeras era todo un problema, no solo no podía cortar a la misma velocidad que mis compañeros, el filo de esta simple herramienta me jugaba en contra, por lo que siluetear una figura resultaba irritante y frustrante.
Los cuadernos anillados fueron todo un dolor de cabeza, era muy difícil escribir bien en ellos, los anillos de metal impedían que mi mano guiara mi caligrafía. Y con respecto a la caligrafía, era la peor del colegio.
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Sumado a todo esto, el cuaderno por alguna razón estaba siempre manchado de tinta, y es que a diferencia de un diestro, un zurdo cubre lo que va escribiendo con su propia mano, y si la tinta del lapicero no es de secado rápido, terminaba con una caligrafía de médico y, para colmo, manchada.
Sin embargo, uno sigue creciendo y adaptándose, el cerebro aprende nuevos movimientos y los memoriza: las tijeras, el lapicero, las carpetas, los cuadernos, el mouse de la computadora, incluso jugar algún deporte. A todo nos fuimos adaptando, y con el tiempo ignorar esa dificultad, superarla.
Ser zurdo no es una discapacidad, pero fueron esos breves momentos de dificultad, en los que intentaba hacer lo mismo que un diestro o a la misma velocidad, que empecé a comprender lo que es vivir en un mundo que no ha sido pensado para ti, por ahora.
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